sábado, 23 noviembre, 2024
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Ximo Grau o el arte de amar y explicar matemáticas

El matemático Ximo Grau presentará este 1 de diciembre, a las 19:30 horas, en la Casa de la Marquesa su libro "Cálculo Infinitesimal: Una Pincelada a su Historia"

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Ximo Grau nace en Tavernes de la Valldigna con dos posibles futuros: seguir la tradición y profesión familiar o tomar un camino diferente. Resolvió el ‘problema’ por la «firme convicción de mi madre, que decía que tenía que estudiar» y, gracias a ello, se ha convertido en un gran docente, comunicador y divulgador de las matemáticas.

Aunque su primera intención dentro del mundo de las matemáticas no era ser profesor, lo cierto es que «las vueltas de la vida» le llevaron a formar parte del claustro del IES Ausiàs March de Gandia y, allí mismo, encontró la magia de la docencia. Recuerda a Eduardo Sáez de Cabezón: «Las matemáticas nos hacen más libres».

Ahora ya no está en las aulas, pero mantiene su afán por explorar, estudiar, y difundir las matemáticas desde «una visión diferente» y, el resultado de este trabajo, y de años de experiencia, es este regalo, su libro «Cálculo Infinitesimal: Una Pincelada a su Historia» que se presentará este 1 de diciembre, a las 19:30 horas, en la Casa de la Marquesa.

  • ¿Cómo fueron sus inicios y cómo llegó a desarrollar su pasión por las matemáticas?

Mi vida comenzó en el pueblo donde nací, Tavernes de la Valldigna. Allí, mi padre me enseñó el oficio de panadero porque tenía ilusión de que yo continuara en la panadería y siguiera con la tradición familiar, que venía desde su abuelo.

Gracias a que mi madre tenía la convicción de que tenía que estudiar, mi padre aceptó, pero siempre me dijo: “Estudiar no es todo, tienes que enseñarte el oficio y ayudar en casa”. Esa era la meta que a mí me ha ayudado siempre, no solo hay que estudiar, hay que cultivar el esfuerzo. Eso es un valor que creo que ahora más que nunca tendría que inculcarse. 

Recuerdo que pasé el bachiller y me fui a Valencia a estudiar el preuniversitario. Era un curso cuyo examen final lo hacía la universidad. Era temible, porque había compañeros que estaban como cinco años para aprobar ese examen. Eran exámenes muy duros. Allí fue donde conocí al profesor de matemáticas que me causó un impacto enorme. Era Don Gregori Bernardo, el primer día de clase entré y él llegó 5 minutos tarde, cogió su periódico y empezó a leerlo. Pero después, con solo 10 minutos de explicación, hizo más que cualquier profesor en una hora. Tenía una rara habilidad de comunicar y me impactó. Tenía una forma de engancharte extraordinaria. Casualmente en la carrera, su hijo, José Miguel Bernardo también me dio la asignatura de estadística. Si su padre era un gran comunicador, su hijo no quedaba atrás. Han sido dos ejemplos de profesores que me han dejado huella

Acabo la carrera y como mi especialidad es estadística, intento buscarme el camino de la vida a través de la estadística. Decido hacer oposiciones a estadístico técnico o facultativo e irme a Madrid. Pero las vueltas de la vida hicieron que un amigo mío me dijera que, por el año 73, en el Ausiàs March buscaban a un profesor de matemáticas comunes y especiales de COU. Y ahí empezó mi vida profesional.

Me enganchó la docencia. A partir de ese momento trato de entender el principal reto de la profesión docente: motivar y transmitir conocimientos y técnicas a los alumnos.
Un reto a nivel personal que supone mucha dedicación y trabajo, pero sobre todo un gran esfuerzo mental. Ser consciente que esta profesión requiere mucho tiempo de estudio, paciencia y psicología. Hay una parcela donde no está todo escrito en la vida y tienes que descubrirlo tú. 

  • ¿Cómo describiría su experiencia como docente de matemáticas y su contribución en la educación?

Me encanta la docencia y, a partir de ahí, conozco a profesores, verdaderas instituciones de Gandia como José Camarena Mahiques, Juan Moragues Tarrasó, José Merí, José Rausell…

Las matemáticas que se impartían entonces estaban muy orientadas a hacer problemas y yo entré con otra perspectiva. Hacer matemáticas es algo mucho más amplio, es otra forma de entender la realidad, de estructurar los problemas. Es una manera de orientar la respuesta de una manera ordenada, sistemática. Esa forma tan diferente enganchó a la gente hasta tal punto que recuerdo que muchos querían estudiar matemáticas. Tuve la suerte de compartir mi carrera docente con alumnos míos.

Unos años más tarde saqué la oposición y me fui a Villena. La vida allí a nivel personal fue muy grata, porque conocí a mucha gente de la que guardo un gran recuerdo. A partir del nacimiento de mis hijas, lo que intento es afianzar mi vida profesional en el sentido didáctico, intentando mejorar mi calidad de comunicación, pero siempre esperando volver a Gandia. A lo largo de esos años he tenido una secuencia de episodios magníficos en la faceta docente.

Cuando acabo mi docencia viene una etapa de la vida donde las coordenadas las tienes que resituar. Todo el mundo no asimila bien esta etapa y esa es la que a mí me costo un poco saber lo que tenía que hacer. Me replanteé mi vida y me dediqué a leer mucho, a escribir cosas que antes no podría haber escrito. Fui también a la universidad de mayores y me lo pasé bien porque participábamos en muchas actividades. 

  • La divulgación de las matemáticas no solo la ha realizado en clase. Ha contado con programas de radio y, ahora, un libro.

Curiosamente, la periodista Puri Naya me dijo si quería hacer un programa de radio de matemáticas. Me pareció un poco complicado, pero me dijo que lo conseguiría. Me lo pensé y al final me lo propuse como un reto. Los periodistas tienen muy claro que el tiempo es oro, pero el matemático lo que intenta es buscar ejemplos, crear un clima, y eso es tiempo. Hubo un poco de conflicto entre unos objetivos y otros, pero nos entendimos. Fue una época que la recuerdo con mucho cariño porque Puri Naya es una periodista ejemplar. Yo todas las semanas ponía un enigma para que las personas que lo escucharan lo resolvieran y a la semana siguiente yo daba la respuesta. Fue una época que disfruté. 

También formé parte del CEIC Alfons El Vell durante dos legislaturas. Desde el primer día me propuse no estar allí para calentar la silla y propuse hacer ciclos de conferencias de ciencia y tecnología. Contacté con muchos exalumnos que ahora ocupan cargos interesantes y les pedí que me ayudaran y todos, encantados, vinieron a dar conferencias. 

En la segunda legislatura, junto con otro compañero que es físico, nos plantemos hacer una Semana de la Ciencia. Lo organizamos finalmente y fue un éxito.

Llegamos a la pandemia, una época muy dura y yo buscaba la mejor respuesta, me puse a analizar qué podía hacer, pero por suerte en mi casa tengo una buena colección de libros. Me puse a leer mucho y tenía muchas cosas por acabar que por la profesión no pude terminar. Empecé a escribir a raíz de unos apuntes que tenía de cálculo diferencial, que hablaba de la derivada. Me di cuenta de que cuando hablaba de cálculo diferencial tenía primero que explicar lo que era el cálculo. ¿Y qué es cálculo? Entonces empecé a estudiar y buscar entre los libros y a escribir. Desde la época más primitiva como ser humano, a partir de ahí empiezo a explicar el proceso evolutivo que ha tenido el hombre a la hora de contar, cómo se ha servido de los simbolismos, que llamamos número. Toda la explicación me llevó a escribir 518 páginas, 23 capítulos, 7 partes, un prólogo, un epílogo y 10 apéndices. La tarea ha sido inmensa, de documentación, estudio, contraste…

Creo que por el bien de la sociedad, lo que tienes dentro no te lo tienes que quedar, tiene que irradiar, y qué mejor que una persona que ha estado más de 3 años estudiando una cosa que se dé a conocer.

  • ¿Qué destacaría de este libro?

Yo en el libro hablo de la verdad en matemáticas. Lo que la gente cree no es cierto, no existe una verdad absoluta, eso solo está en términos de la fe o de la religión. Yo a esos les aconsejo leer a Kurt Gödel. Las matemáticas tienen una verdad limitada. No es cierto que la verdad sea absoluta. 

En el libro hablo de lo que la gente igual no sabe. Dentro de las matemáticas hay corrientes, todos los matemáticos no piensan igual. ¿La matemática se descubre o se crea? Pues hay maneras de entenderlo. Igual que los biólogos descubren, los matemáticas también. El teorema de Pitágoras, ¿ha sido un descubrimiento o ya existía aunque no existiera el hombre? Es interesante, como lo del infinito. Hay que distinguir dos cosas: el lenguaje vulgar y el matemático. Cuando hablamos del infinito, de ese ocho acostado, la gente cree que es algo muy grande. Pues sí y no. El infinito no es solo algo grande como el universo, también puede estar en cosas más pequeñas.

Cuando tu ves la escarcha, ¿cómo se crea? Matemáticamente tiene una explicación, se llaman fractales. Los fractales son una cosa muy bonita y explican como coges un triángulo, divides cada lado en tres partes y vas creando triángulos y la cuestión final es lo que ves cuando hay escarcha. 

No hablo solo de cálculo diferencial, hablo de más cosas. También de por qué el número es tan importante en esta vida. 

  • ¿Por qué la asignatura de matemáticas es tan temida? ¿No sé ha comunicado bien?

Hay una frase que dice: “Nadie ama lo que no conoce”. Si a ti te han hecho sufrir las matemáticas, si las ves como algo inaccesible, no es palpable, al final acabas por odiarlas. En cambio, cuando no hay asignatura más gratificante que las matemáticas, las entiendes. Eso observa que los alumnos, cuando has escrito un problema y han sido capaces de resolverlo, la satisfacción que da es inmensa.

Hay matemáticas para todo el mundo y hay otras que es para gente excepcional, que son auténticos genios de las matemáticas. Pero eso no tiene por qué significar nada malo, también pasa en la música, por ejemplo. 

  • No todo el mundo tiene esas habilidades. ¿Cuál era su secreto para motivar al que tenía y al que no tenía esas habilidades?

Lo primero es crear el clima. Hay que crear el clima para que ese alumno que rechaza las matemáticas vea la necesidad de aprender. Si no la ven, si no lo asumen como propio, lo van a rechazar. ¿Cómo se hace? Considero que explicar matemáticas es un arte. 

Se aprende a ser profesor de matemáticas, pero algo tiene que tener dentro ese profesor para después poder motivar al alumno.

  • ¿Cree que los alumnos de ciencias llegan a la universidad con un nivel óptima de matemáticas?

Eso depende de la organización de cada departamento didáctico. No hay una respuesta universal, en cada centro el departamento de matemáticas tiene unos criterios, una forma de trabajar y dependiendo de eso los alumnos saldrán mejor o peor preparados.

Depende y mucho de la forma en la que encare el departamento todo el material y cómo lo estructuren desde los primeros niveles hasta el último. Pero sobre todo es la transmisión. Ningún profesor que no se crea lo que dice puede transmitir. 

Por desgracia muchos profesores de la actualidad, por lo que sea, no son expertos en la materia. Y eso es una pena para ellos y para los propios alumnos. Lo ideal sería que aquí en España se diera la importancia que merece la educación. Un país que no invierte en educación, a medio plazo va a tener problemas. 

  • ¿Los cambios de las leyes de educación afectan a la enseñanza? 

Las leyes no se cambian por razones educativas, sino por intereses partidistas. Es como hablar de la enseñanza privada y pública. ¿Qué es mejor? Para tener una buena educación, a los profesores yo les pediría el máximo. Igual que para ser un juez tienen que pasar un filtro enorme, en el tema de la educación debería ser igual.

Actualmente hay un descrédito total del profesor porque han perdido un poco el norte los partidos políticos y prefieren invertir en otras cosas antes que en la educación. Y eso es un gran error. 

Ser profesor no es solo explicar, es más. Tu imagen vale mucho en esta profesión, y hay que cuidarla. No es lo más importante, pero importa. 

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1 COMENTARIO

  1. Fui alumno del profesor Grau cuando estudiaba 3º de BUP, en el curso 1979-80, estando el instituto ‘viejo’ (el Ausias) trasladado, provisionalmente por obras, al ‘politécnico’, entonces recién construido y que ahora es el IES Tirant lo Blanc. Recuerdo con mucho agrado sus clases. Nunca tuve temor a las ‘mates’ y profesores como Ximo incluso creaban ‘adeptos’ a la asignatura.

    Aún recuerdo divertido cuando en clase, algún alumno daba respuesta a alguna cuestión y Ximo le preguntaba: ¿te jugarías el cuello?, lo que hacía dudar al más templado.

    Siempre tuvo mi admiración y estoy convencido de que su libro será una excelente lectura. Mis mejores deseos ‘profesor’.

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