Llovía ligeramente poco antes de la concentración en la Plaza Mayor de Gandia para decir, en silencio y a viva voz, ¡no a la guerra!. No a la invasión de Ucrania. Cesó la lluvia, y retumbó el himno de un país cantado por las víctimas de un conflicto impropio de cualquier época, y más de este siglo.
Entre los congregados, representantes políticos y sociales y un gran número del casi medio millar de ucranianos que residen en la Safor. Y la Gandia libre, comprometida, la que da un paso al frente frente a las injusticias. La bandera que reinaba la noche de este jueves era la azul y amarilla, sujetada por la impotencia, la pena y el dolor de la muerte, y a la vez por la determinación y la lucha en la distancia.
Treinta minutos con silencios, proclamas, himno orgulloso, unión y testimonios desgarradores que recordaban a un tiempo pasado que chocaba contra el presente. «Nosotros elegimos ser Ucrania en 1991, no somos Rusia, no queremos ser Rusia, no nos matéis».
El corazón encogido. Y volvió la lluvia. Y la barbarie sigue. Hoy es Ucrania.
Dolor e impotencia. Unidad en la diversidad. Paren las guerras.
Sentido artículo y muy bien escrito.