Las épocas del año huelen. El verano es olor a mar. En Gandia, llega marzo y se dice: “Ja fa olor a Falles”. ¿Y la Navidad? La Navidad huele a chimenea y dulce. Ese olor inconfundible de galletas recién horneadas, pequeños pasteles que solo comemos en estas fechas y el turrón. Y es que, como en todas partes, Gandia tiene sus dulces típicos navideños que no pueden faltar en ninguna casa en estas fechas.
David Vizcaíno, pastelero del Grau de Gandia, nos cuenta que en su pastelería -y en la mesa de Navidad de muchos gandienses- no pueden faltar los best seller de la Navidad: “pastissets de moniato”, “pastissets de glòria”, “cocotes” o la casca de Reyes. Pero hay muchos más.
Dulces que destacan por su sabor inconfundible a Navidad y que, como apunta Vizcaino “poco pueden escaparse de la tradición”. A pesar de ello, en la repostería navideña, también llega la innovación: “El panettone, que no tenía mucha importancia hace unos años, ahora está muy de moda. Al principio vendíamos los tradicionales, pero ahora ya se rellenan. Este año, por ejemplo, el sabor estrella es el pistacho”.
Y es que, en estas fechas la imaginación y la tradición son la combinación perfecta para sorprender a los más golosos. “Hace un tiempo recuperamos la receta del turrón de cacahuete, una receta de hace muchos años de Gandia. Es un producto que gusta mucho, pero este año vamos a innovar y estamos preparando uno de yema y pistacho”, un turrón que combina tradición con modernidad y que espera llegar para quedarse.
Detrás de cada bandeja de dulces navideños hay jornadas interminables de esfuerzo. Para los pasteleros, la Navidad no es solo una fiesta, es un maratón. “La Navidad para una pastelería significa horas, horas, horas y falta de sueño. Es mucho trabajo y dedicación,” confiesa David.
La producción comienza semanas antes de las festividades. Los turrones, uno de los productos más esperados, requieren una planificación especial: “La demanda nos lleva a tener que empezar a elaborar unos 20 o 30 días antes de Navidad los productos como turrones, aunque la mayoría de dulces se hacen al día”. Sin embargo, la esencia del producto artesanal sigue intacta. “La venta en supermercados comienza en octubre, pero nuestro producto, sin conservantes, se empieza a vender unos 15 o 20 días antes de Navidad”.
La forma de disfrutar de los dulces navideños también ha cambiado. Lo que antes era un ritual familiar, hoy se ha transformado en un hábito más práctico. “El consumo ha cambiado y la gente busca tener la bandeja de repostería navideña preparada en casa el día 24 y 25”, señala David. A pesar de estos cambios, una constante permanece: la búsqueda de calidad y naturalidad: “Los clientes buscan que los productos sean naturales,” añade Vizcaíno, destacando el valor de lo artesanal.
Con cada nueva Navidad, los dulces de Gandia encuentran el equilibrio perfecto entre el respeto por la tradición y la apuesta por sabores innovadores. Y aunque cada uno tiene sus favoritos, David lo tiene claro: “Yo soy muy de turrón de almendra”.
¿Cuál es el vuestro?