La panadera es esa mujer que todos los días vamos a visitar, una de las personas más conocidas del barrio. Cuando algo le pasa a la panadera, rápidamente es sabido por todo su entorno, un hecho que puede acarrear grandes sufrimientos para ella y su familia. Este es el caso de Concha, la panadera que se despierta un día con a noticia de que un vídeo suyo de contenido sexual, de hace más de 15 años, sale a la luz.
La dramaturga, directora y actriz de «La Panadera», Sandra Ferrús, nos presenta a SOM GANDIA la obra teatral que este sábado abrirá la programación cultural del primer trimestre de este año del Teatro Serrano. Una obra llena de sentimientos y que Ferrús nos cuenta cómo lo vivió desde los mismos inicios.
- «El Silencio de Elvis» y ahora «La Panadera», tu segunda obra. ¿Qué te lleva a escribir obras de problemas sociales estigmatizados, pero a la vez tan reales y comunes?
Digamos que yo siento que puedo escribir cosas que me mueven. La primera vez que yo me puse a escribir fue con un tema que me importaba, que me movía, tenía necesidad de plantearlo y con «La Panadera» me ha pasado lo mismo.
No sé si va a ser algo puntual. Pero la sensación que tengo es que para poder escribir y dirigir, me tiene que mover. Y estos dos temas en particular me mueven. No sé si necesariamente tiene que ser algo tan social, pero me tienen que pasar cosas por el cuerpo para yo poder transmitir o poder plantear todas las preguntas para reflexionar, que yo trato de plasmar con estas obras. Son cosas que a mi me mueven y necesito compartirlas.
Yo pude escribir este texto gracias a una beca que dan los tres teatros principales de Euskadi, el Teatro Arriaga de Bilbao, el Principal de Vitoria y el Victoria Eugenia de San Sebastián. Con esta beca que se llama «Nuevas dramaturgias» he podido estar unos meses dedicada únicamente a escribir.
- ¿Por qué la panadera?
Porque me parece que era una buena manera de reconocerla. Todos tenemos relación con la panadera. Nosotras mismas, cualquiera podría ser la panadera. Es una persona que trabaja de cara al público, se conoce.
Las panaderías suelen tener esa cristalera en la que se puede ver a la panadera a través de ella. Este hecho me parecía importante para la obra, que el personaje principal trabajara de cara al público y con esa exposición que tiene en su propio centro de trabajo.
- ¿Cuáles son los sentimientos de la protagonista durante la obra?
Yo creo que Concha [la protagonista] empieza sin entender nada. Ni se acordaba del vídeo. Es una mujer que podría ser yo, mi hermana, mi vecina, mi amiga… Con una vida común, tranquila y esto le pone boca abajo, tanto a ella como a sus seres más cercanos.
Concha pasa por muchos estados de ánimo. Es una mujer, afortunadamente, con un carácter fuerte y una mujer muy valiente que está muy bien acompañada.
- Desgraciadamente el suceso que narra la panadera se vive en la vida real. Pero ¿por qué crees que ocurren esos sentimientos de culpabilidad y vergüenza ante un acto natural que realiza la misma población que lo critica?
Pues precisamente por esta pregunta yo escribo «La Panadera». Yo misma me planteo por qué nos pasa todo esto. Por qué sentimos esa culpa, por qué nos afecta tanto, me planteo si es por nuestra cultura, nuestro género, por la religión… Hay tantísimas preguntas para hacerse de esos sentimientos que tú misma, al pensar en la panadera dices, ¿por qué se sentirá así?
Esos mismos porqués son los que a mí, a Sandra, me surgen y por eso escribo esta función. Para que entre todos nos surjan estas preguntas. Cuantas más preguntas nos hacemos más cerca de que el impacto del problema sea menor.
Concha va a una terapeuta y en esta terapia ella se plantea muchas preguntas y hace una especie de constelación familiar en la que se revisa tanto ella misma cuando era adolescente, como a su abuela y sus antepasados. Hace un repaso con todas estas preguntas que me planteo. Gracias a ese trabajo creo que no nos han venido bien muchas cosas como nuestra cultura o nuestra creencias en ciertos momentos.
- ¿Por qué decidiste escribir, dirigir e interpretar a la Panadera?
Creo que escribir y dirigir la función es el mejor tándem. Hay muchas cosas que retroalimentan la una a la otra. Creo que yo no he terminado de escribir la función hasta el último día de ensayos. De hecho, cuando estamos haciendo la función, todavía cambio alguna cosita de texto.
La directora igual, cuando empieza la dramaturga a escribir la primera palabra, empieza a visualizar el espectáculo y creo que esos dos personajes se retroalimentan. Hay muchas cosas que la dramaturga escribe y que después se quitan del espectáculo porque es mejor quitar, pero que, por ejemplo, a la actriz le vienen muy bien para saber esos antecedentes. Creía que era muy positivo para la obra que los tres cargos recayeran en la misma personas.
Es verdad que pensé que el papel de la actriz y la directora a la vez podría cojear un poco, pero he tenido la suerte de contar con Concha Delgado, mi ayudante de dirección que ha sido una maravilla, un apoyo y mis ojos cuando yo estaba dentro como actriz. También con Carmen del Conte, hacía de cover para yo poder ver el espectáculo al completo. Ha sido una buena manera de hacerlo, pudiendo contar con estas mujeres maravillosas y generosas.
- ¿Con qué sensación te gustaría que saliese el público?
Para mí, el hecho de que la gente salga de la función y debata, se haga preguntas y conversen sobre lo que acaban de ver, es una manera de sentir que el trabajo está bien hecho.
- Un mensaje a los ciudadanos de Gandia para que vayan a ver la obra
Que no se van a arrepentir, que vengan y que compartan con nosotros. Creo que es bueno que todos compartamos este tema y reflexionemos, que nos podemos retroalimentar.