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La causa de los abusos

Benedicto XVI fue el Papa que, ya siendo obispo, a pesar de las mentiras mediáticas, sacó a la luz e investigó todos los casos de abusos. Siendo Papa ordenó la reforma del código penal de la Iglesia, e inició la reforma de las estructuras diocesanas para que todo pudiese prevenirse. Hoy Francisco recoge esos frutos, los ha aprobado y ha añadido algunos. La Iglesia cumple con su deber.

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En el año 2019 Benedicto XVI publicó en un medio alemán un artículo de 18 páginas en el que explicaba que la causa de los abusos fue la ausencia de Dios en la vida de los sacerdotes y la revolución sexual del 68. No dudaron las voces mediáticas en atacarle, pero posteriormente la sociología y la opinión pública le han dado la razón: los casos de abusos comienzan a raíz de dicha revolución. 

Los sacerdotes no están exentos de los problemas del mundo y pueden verse intoxicados por ellos. Si carecen de vida interior es normal que vivan un sacerdocio alejado de la santidad de vida que requiere el ministerio. 

Si nos atenemos a datos sociológicos veremos como los casos de abusos comienzan a raíz de la proliferación de estas ideologías contemporáneas (años 60, 70 y 80). En España la situación es diferente. España vivía bajo la dictadura franquista, por eso los mayores casos de abusos se conocen en órdenes religiosas y en misioneros, ya que estos habían salido del país y se habrían visto afectados por tales ideologías. Los sacerdotes españoles, vivían, como todos los ciudadanos, bajo un control de informaciones y de noticias, que para nada dejaban entrar ninguna corriente marxista. 

Otra de las causas de los abusos es el clericalismo. El ejemplo, lo tenemos en Polonia, afectados por las corrientes marxistas bajo el seudónimo de la revolución sexual, algunos de los sacerdotes, aprovechándose de su prestigio, situación social y relevancia, lo aprovecharon para cometer tales atrocidades. 

La causa del abuso es, pues, la mezcla de las dos cosas – revolución sexual y clericalismo –, y entre ellas la ausencia de Dios. Así lo explicó en su día Benedicto XVI y ahora Francisco, y ninguno de los dos se ha equivocado.

En los últimos días en España asistimos a una persecución mediática por parte del gobierno progresista y sus medios de comunicación. La Iglesia sólo tiene que rendir cuentas ante Dios, ante sus fieles y ante la justicia en caso de delito. Asemejándose a las peores dictaduras, el gobierno se ha convertido en juez de la Iglesia. No les importan las víctimas, pues han carecido de prudencia. 

La Fundación ANAR y Save the Children resaltaron en sus informes que los abusos cometidos por sacerdotes de la Iglesia española, suponen un 0.2% de todos los abusos cometidos en España. Pero eso al gobierno, así como a sus medios de comunicación, parece ser que no les importa. No saben que la Iglesia española desde hace dos años, ha puesto en marcha sus oficinas de protección al menor. Que no lo sepan no significa que no exista. 

Si de verdad quieren esclarecer la verdad, que se haga en todas las instituciones. Estoy seguro que la Iglesia no dudará en colaborar. El problema de la Iglesia no es inacción en los casos de abusos, es una carencia en la esfera de la comunicación.

Yo me pregunto si Ángel Gabilondo, defensor del pueblo en España, si cuando era fraile actuó como encubridor, y ahora que es socialista actúa cómo acusador, ¿porqué? ¿Qué ha cambiado? Me cuesta entender que una persona que vivió los problemas en su orden en primera persona, diga una cosa y después la otra… Pero lo que mas me preocupa es que un gobierno se cebe sólo contra la Iglesia y no haya querido investigarlo en todas las instituciones. ¿Porqué? Además, ¿desde cuando un gobierno es juez? ¿Puede utilizar su poder para cebarse con una institución?

La Iglesia ya le ha demostrado que quiere colaborar con el Estado. Recibió a bombo y platillo al presidente Sánchez en la Conferencia Episcopal, le han tendido la mano infinidad de ocasiones para dialogar – recordemos la Ley Celaá –, fue recibido con honores en el Vaticano, le han ayudado en el diálogo con Marruecos, ¿qué más quiere? 

Evidentemente, un gobierno que me persigue, a pesar de mostrarle mi colaboración, no podrá nunca obtener mi voto como católico. Y yo por este gobierno, con esta actitud, me siento perseguido. Porque no veo que lo que se busque es esclarecer los hechos, sino atacar a la Iglesia.

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