La llegada de la Navidad es mucho más que unas meras fiestas, implica reunirse con amigos y familiares que hace tiempo que no visitábamos, especialmente en este contexto con la covid-19; significa ilusionarse e ilusionar mostrando nuestro aprecio a aquellos que queremos; conlleva recordar a los que ya no están y disfrutar de los que acaban de llegar; y, sobre todo, supone cumplir con tradiciones que perduran de generación en generación. Una de ellas es la Casca de Reis.
La Casca de Reis es un dulce valenciano que ha pervivido, fundamentalmente, en la comarca de la Safor. Reconocida por su forma circular con un agujero en el medio o por su aspecto de anguila o serpiente, sus ingredientes se basan en almendra, huevo y azúcar y yema o boniato para el relleno. Además, la costumbre marca que vaya acompañada de golosinas, chocolates, peladillas o cualquier otro caramelo que lo siga. Pero lo que la diferencia es la caja que la asegura, una redonda y decorada que se guarda año tras año y de generación en generación. Su tradición marca que los abuelos y los padrinos llenen la caja de sus nietos y ahijados con la casca y los dulces para celebrar la visita de los Reyes Magos.
Asimismo, ligada a la Casca está la canción “Tirorí, tirorí, senyor rei, ja estic ací, porte’m casques per a mi, la palla i les garrofes per al seu rossí”. De esta, también hay diversas versiones en toda la Comunitat y se canta en varias localidades y comarcas, como la Safor, la Vall d’Albaida y la Plana Baixa.
El dulce valenciano subsiste y reaparece más allá de la Safor
Actualmente, la tradición ha ido variando. En Roselló, una de las míticas pastelerías donde se cocina este dulce en Gandia, afirman que es muy común también que se regale de tíos a sobrinos en general. Mientras que, en la Pastelería Benages -de las únicas que hace cascas en Castelló de la Plana- aseguran que se trata de un regalo, por ejemplo, como muestra de agradecimiento al médico o de una compra por gusto. En València, según el horno Terra de Pa, la casca se vende para compartir en familia durante las mesas de Navidad. Conforme la zona, se encuentran algunas diferencias.
Mientras que la Casca engloba las dos formas en València y en Gandia, en Castelló de la Plana, es solo redonda y no va acompañada de golosinas ni caja. Allí, se diferencia de la anguila, la cual sí cumple la tradición de los dulces y la caja. No obstante, el repostero Andrés Benages cuenta que la costumbre de la caja se ha ido perdiendo porque, al no seguir la práctica de guardarla de Navidad en Navidad ni comprar la anguila como regalo entre familiares, costaba más cara la caja que el dulce. Por ello, ahora va envuelta en celofán. En cambio, en Villarreal, la forma es de cocodrilo. Por otro lado, el tamaño también varía según lugares y pedidos.
“En cuanto a la forma original de la Casca de Reis, se cree que era la redonda, pero que se innovó con la forma de la anguila para ser más atractiva”, explican Xavier Benavent y Martina Monllau del blog gastronómico Tasta’l d’ací, especializado en comida típica valenciana. El dulce era propio de toda la Comunitat Valenciana, pero se fue perdiendo la costumbre con la llegada del Roscón de Reyes de Francia. Como lo ejemplifica Marisa, del Forn de Pla en Xàtiva: “Desde el año pasado, hemos vuelto a cocinar cascas y tuvieron mucho éxito, pero no era una tradición instaurada en la zona. Se conoce que se hacían antes, pero dejaron de venderse”.
En las últimas décadas, donde se mantuvo fue en la Safor. Aunque en València, Villarreal, Castelló de la Plana, Dènia y Beneixama se continuaron cocinando en algunos hornos tradicionales. Sin embargo, muchos fueron jubilándose y cerrando, como la pastelería Postres Ermita de Villarreal, pero queda alguno como la Pastelería El Panal. “Cada vez se compran menos, quien compra es gente mayor que conoce la Casca o personas que la conocen por casualidad y les llama la atención cuando vienen a la pastelería. En total, vendemos unas 12 o 14”, explica Benages.
Esto contrasta con la tendencia en auge en València, Gandia y Xàtiva. “Empezamos con las cascas desde que abrimos el horno, hace más de cinco años. Creíamos que era una pena que se perdiera este producto tradicional y su historia. Así, buscamos hacerlas diferentes añadiendo naranja confitada y poniendo menos azúcar para que no fuese tan empalagosa y la verdad es que, cada año, acude más gente a comprarlas”, afirma Rocio Albuixech de Terra de Pa.
Un dulce con más de seis siglos de historia
Las primeras referencias escritas sobre la Casca datan del siglo XV en las obras de Roís de Corella y Jaume Roig. Incluso la receta se encuentra en el libro de cocina del Mestre Robert del siglo XVI, Llibre del coc. Del siglo XVIII y XIX, también hay literatura valenciana que la nombra. “Imaginamos que la Casca era para familias ricas, ya que el azúcar no estaba al abasto de todos, pero se ha ido democratizando con el paso del tiempo. En el libro de cocina del siglo XVI, no hay ninguna indicación de que el dulce fuera para Navidad, pero sí en la literatura moderna”, explica Xavier Benavent.
En Gandia, para que no se pierda la tradición, como comenta la concejala Vicenta Ferrer, el departamento de Políticas Económicas y Comercio junto con el de Educación realizan cada año un taller con los alumnos de segundo de Primaria de los colegios públicos y concertados que quieran participar, en total unos 700 alumnos. Aquí, se les enseña la cultura de la Casca y construyen una caja de cartón para ella. El departamento de Políticas Económicas subvenciona toda la publicidad, los folletos y las cascas. Mientras que el departamento de Educación se encarga del material que se utiliza en el taller.
Sin embargo, la Casca de Reis no es el único dulce navideño típico de València. El ‘pastisset de boniato’ solo lo vas a encontrar en la Comunitat Valenciana y es, por excelencia, el rey de Navidad. Pero cada pueblo tiene sus dulces, por ejemplo, ‘els mostatxuts’ de la Ribera Baixa. También están los dulces con arrope, por ejemplo. Todos estos dulces típicos tienen en común lo que abarcan, como la Casca: la familia, la ilusión, los recuerdos y la tradición. Pero la diferencia más clara es lo que esconde su caja.
Foto: Forn Terra de Pa