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Santiago Sanrosendo: «La participación de los penitentes anónimos en nuestra hermandad es un testimonio de entrega y sacrificio»

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Sumergiéndonos de nuevo en la esencia de la Semana Santa gandiense, el Hermano Mayor, Santiago Sanrosendo y la Camarera, Paqui García, de la Hermandad de Cristo de la Flagelación de Gandia nos revelan los secretos detrás de la organización de los desfiles, la devoción que impulsa su labor y la importancia de mantener viva la tradición en tiempos modernos.

Una entrevista que ofrece una mirada al corazón de una comunidad arraigada en la fe y el compromiso con su patrimonio cultural.

  • La Hermandad de la Flagelación cuenta con una larga historia. 

Santiago Sanrosendo: Como muchas cofradías de Semana Santa, la hermandad desapareció durante la Guerra Civil y se refundó 1951. Se juntaron nostálgicos o herederos de familias que pertenecían a la cofradía antes de que desapareciera. 

Desde entonces ha ido progresando al compás de toda la Semana Santa. Yo pertenezco a ella desde que era joven. Primero entré en la sección de capuchinos porque nuestra hermandad tiene capuchinos y tiene penitentes. Y luego, con la mayoría de edad, ya pasé a formar parte de la sección de penitentes. Yo he sido miembro en prácticamente desde los últimos cuarenta años de todas las juntas directivas ayudando a dirigir la hermandad con otros hermanos mayores. Y desde hace cuatro años, tuve el honor de ser elegido Hermano Mayor.

Paqui García: En mi caso no viene por tradición familiar, como mucha gente dentro de la Semana Santa. Yo comencé en la Flagelación como penitente anónima, me llamaba mucho la atención desde fuera, y me gustó tanto que posteriormente me apunté y hasta la fecha de hoy.

  • ¿Por qué decidió dar el paso para ser Camarera?

P.G.: Mi deseo era ser Camarera de la Hermandad. La verdad es que estoy muy contenta y espero hacerlo muy bien. Santiago me propuso uno o dos años y, sin pensarlo, directamente dije que quería dos años.  Yo soy penitente anónimo entonces, para mí, ahora ser camarera, eso de ir con la cara destapada, es un reto.

S.S.: Ella probó como penitente anónimo y ese mismo año le gustó la experiencia, se sintió acogida, le gustó y formó parte, se dio de alta en la cofradía y lo que quiere decir es que no es lo mismo trabajar en la hermandad, digamos, entre telones o hacer una función determinada que, por ejemplo, ahora, salir en los traslados con una exposición pública.

Tiene una exposición pública que las personas que no estamos acostumbradas a esto nos da un poco de vértigo. Pero lo hacemos con gusto por nuestra hermandad. Somos las dos figuras más visibles de la cofradía, a donde vamos no somos nosotros, somos la hermandad. Es una responsabilidad muy grande de estar ahí, a la altura para esa hermandad.

  • Una Camarera amiga que le acompaña en este último año de legislatura.

S.S.: Este año termino mis 4 años, no he tomado ninguna decisión de seguir, pero quiero decir que estoy muy orgulloso de la camarera que tengo a mi lado. Somos amigos desde que éramos jovencitos en la Hermandad y siempre nos hemos respetado muchísimo.

Yo sabía como mujer de la ilusión que le hacía ser camarera de la hermandad. Durante años la hermandad, en cierta forma, no ha podido satisfacer esas ilusiones de muchas mujeres porque hemos tenido una camarera durante muchos años que finalmente decidió dar un paso al lado. La mujer dijo que había llegado su momento y abrió un abanico de ilusiones en la hermandad que está dando sus frutos.

Estos dos primeros años de mi mandato fue otra compañera amiga de la hermandad y ahora, pues ha entrado Paqui que es una persona con una trayectoria cofrade impresionante y muy devota de nuestro Cristo. Y soy feliz de ver la ilusión que tiene.

  • Los penitentes anónimos son una sección importante dentro de la hermandad.

S.S.: Esa sección se creó hace muchísimos años para dar oportunidad a cumplir promesas de penitencia a personas que no eran cofrades. Las promesas pueden ser de cualquier índole, buscan salud, buscan sanación o son promesas de agradecimiento. Para nosotros es totalmente desconocido el motivo. 

Es cierto que hay muchísimo interés y año tras año, desde siempre, hay una lista de espera tremenda. Viene gente hasta de Madrid, del norte de España, gente que saben de nuestro proceder y de nuestra existencia y solicitan formar parte de esta sección. Son veinte plazas, y siempre hay lista de espera, nunca se ha quedado una plaza vacante.

A pesar de la lista de espera, las personas que quieran formar parte de los penitentes anónimos deberán de ponerse en contacto con la Hermandad. Hay una persona encargada en exclusiva para ello, que mantiene en absoluto anonimato la identidad de estas personas. 

  • ¿Cómo es la relación de los cofrades con los penitentes anónimos?

S.S: La Hermandad guarda celosamente la identidad de estas personas. Nosotros seremos ahora unos ciento sesenta cofrades y todos ellos son muy respetuosas con el asunto de los penitentes anónimos, y así se lo enseñamos a los jóvenes.

Estamos en el patio de Escolapios, por ejemplo, el Viernes Santo, antes de salir y estas personas están aparte, se cambian aparte y salen ya tapadas y nosotros lo que les damos es acompañamiento y mucho respeto.

Les hacemos sentirse que estén a gusto entre nosotros y no interactuamos con ellos para nada. No es que sea una norma, pero es, digamos, una norma no escrita.

  • Podemos decir que es el elemento diferenciador del resto de las hermandades.

S.S: Sí, digamos que es una peculiaridad o una particularidad. Hay hermandades que también tienen un convenio con Instituciones Penitenciarias y tienen la posibilidad de mejorar la condena a un preso o liberarlo antes de hora y nosotros ofrecemos esa penitencia. 

Es algo muy bonito porque hay mucha gente que es cofrade de la hermandad porque entró por la sección de penitentes anónimos. Se han sentido a gusto y han solicitado con posterioridad ser miembros de la cofradía.

  • La hermandad del Cristo de la Flagelación la definen con «alegría, intimidad y emoción».

S.S.:Así es. De nuestra hermandad distinguiría que tiene por un lado la alegría y la vistosidad del colorido, como pueden ser algunos actos de Semana Santa que son de alegría, como puede ser el domingo de Resurrección o el Domingo de Ramos, y eso invita a la juventud, porque pueden cumplir la tradición. Pero, por otro lado, tiene la seriedad de lo que es el rigor en los desfiles, tanto los capuchinos como los penitentes.

El silencio, que no es un silencio enseñado ni ensayado, es que invita. Cuando te pones el hábito y te pones a desfilar te invade enseguida la rigurosidad con la que funciona todo. Ese arrastrar de las cadenas, el ruido que hacen, que no quiere decir que padezcan ni sufran ningún dolor ni nada. Es una cadena arrastrada, y a la gente, al ver pasar a los penitentes, le impone.

Pero desde que hemos hecho otro acto novedoso, que es la salida con un grupo de portadoras por la iglesia de la Colegiata del Cristo a hombros a su paso, estamos notando que la gente llora, porque es bonito, transmite emoción.

  • ¿Qué novedades han implantado en la hermandad?

S.S.: Bueno, la hermandad, como todo, tienen que evolucionar. Estamos en un momento de cambio generacional. Hay miembros de las cofradías que se resisten a dar paso a la gente joven de golpe pero yo en este aspecto he sido más atrevido.

Yo confío en la gente joven. La gente joven de hoy en día está más que preparada. Hay que acompañarles, no dejarles solos y he procurado incorporar a gente joven en mi junta directiva para que vayan conociendo cómo gobernar una hermandad y cómo organizar una Semana Santa y cumplir las tradiciones la hermandad.

Nos hacía falta también volcarnos del todo en las nuevas tecnologías. Al principio no lo tuve fácil porque entramos con el covid y había distanciamiento, pero aun así conseguí que hiciéramos las reuniones de la junta directiva por vía telemática, por vídeo y conferencia.

Luego, cuando ya empezamos a poder funcionar, nos hemos puesto también en marcha a informatizar la hermandad.

Hemos trabajado con los niños porque nunca se había hecho, pero hemos empezado a hacer talleres infantiles por Navidad y por Pascua, hemos retomado una tradición muy antigua que era la de montar un belén que antiguamente se hacía.

Y lo más novedoso, como proyecto fuerte que nos hacía falta, un acto que fuera singular y que atrajera la mirada y el foco de los medios de comunicación y del público de la Semana Santa ha sido mejorar el vía crucis del Lunes Santo. Con la puerta cerrada se hace una ceremonia, se abre la puerta, sale toda la comitiva con los cirios encendidos, toda la cofradía y luego sale el Cristo llevado a hombros por veinticuatro mujeres. Es precioso, la verdad.

Ha sido un empujón a la cofradía, porque antes salíamos y estábamos solos. Ahora salimos hasta la plaza del Ayuntamiento llena de gente. Le hemos dado un poquito más de visibilidad, pero no hemos hecho nada que no sea con la misma tendencia que están haciendo las otras cofradías.

  • ¿Qué les aporta la Semana Santa?

P.G.: A mí me aporta muchas cosas la Semana Santa, mucha paz, muchísima paz y es que la vivo intensamente.

S.S.: Yo como experiencia personal para mí siempre la llegada de la Semana Santa, el comenzarla y terminarla es, como hacer un balance de tu vida profunda, de tu vida espiritual y como una especie de renovación. Y volver a empezar.

Es una interpretación muy personal que yo hago, porque en nuestra hermandad también tenemos momentos de mucha reflexión como puede ser un acto que no conoce mucha gente que hacemos el Viernes Santo de madrugada. Quedamos a las seis y media de la mañana y a las siete hacemos un traslado de cruces penitencial que va desde nuestra sede hasta el patio del colegio Escolapios, que es donde los penitentes anónimos saldrán por la tarde y nosotros les llevamos  las cruces que están santificados para que ellos por la tarde puedan hacer su penitencia. Son momentos en los que vamos todos en mucho silencio y yo he visto cofrades nuestros que desfilan y están llorando.

Se respira emoción y respeto. Es un acto tan íntimo que nosotros no lo promulgamos mucho, pero cada vez viene más gente y nos llevamos la sorpresa de que nos vemos público a esa hora de la madrugada. Es uno de los pequeños secretos que tiene la Semana Santa. 

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