En el taller de Paco Martí, entre motos que entran y salen y un ir y venir constante de clientes, cuesta encontrar un momento de silencio. Paco padre y Paco hijo, tercera generación al frente del negocio, hablan mientras atienden, saludan, firman y comentan. La escena es cotidiana para ellos: 64 años dedicados al mundo de las dos ruedas dan para acostumbrarse a todo.
Aún comentan la reciente Maraton Roller de la playa de Gandia, donde participaron con varias motos. “La organización fue brutal”, recuerda Paco padre, sorprendido por el nivel del evento. Aunque no sea algo esencial para el negocio, reconocen que les da visibilidad, sobre todo a las marcas nuevas que representan.

Cuando se les pregunta por la evolución de las marcas chinas en motos, los dos se miran y sonríen: “La evolución en cinco años ha sido galáctica”, dice Paco padre. “Antes fabricaban sin tener el diseño acabado. Ahora vienen a Europa, pagan buenos diseñadores y fabrican en calidad. Los chinos han venido para quedarse.” Lo explica con ejemplos: motos chinas equipadas con frenos italianos, iluminación alemana, suspensión japonesa y neumáticos occidentales. “Van a calidad en los puntos importantes. Y el precio es normal. Lo que no es normal es lo que han cobrado los japoneses durante tantos años.”
Paco hijo asiente y añade: “Es que ahora estamos hablando de motos un 30% más baratas que las japonesas y con más equipamiento.” Y ahí está el cambio que, según ellos, ha descolocado a la industria tradicional. “En el país de los ciegos, el rey es el tuerto… hasta que llega alguien que ve mejor. Los japoneses tenían el mercado para ellos solos. Ahora ya no.”

También hablan de seguridad, donde las marcas nuevas han empujado fuerte. “Control de tracción, ABS desconectable, cámaras para grabar rutas o accidentes, avisadores de proximidad… Lo llevan todo”, enumera Paco hijo. Aunque deja claro que la tecnología no hace milagros: “Si no sabes llevar una moto, no te salva nadie. Pero al público le gusta y lo valora.”
Y es que, desde hace unos años, cuentan con marcas como Zontes o Voge. Motos que incorporan la última tecnología y que ellos conocen a la perfección. Tantos años de trabajo hacen que sepan cómo aconsejar a quien entra por primera vez en busca de una comparativa. “Primero hay que saber qué quiere el cliente y para qué. No es lo mismo viajar que ir por ciudad. Según el segmento, se puede comparar o no. Hay cosas en las que los japoneses siguen por encima, pero en los segmentos donde los chinos se han centrado… ahí están muy fuertes.”

Sobre el equipamiento, tienen una gama amplia de cascos Scorpion, marca que consideran de las mejores relación calidad-precio. “Scorpion se ha hecho su sitio.” Y admite algo que conocen bien: en la Safor, vender ropa técnica de moto siempre ha costado. “La gente abre el armario, coge el abrigo que más abriga y se lo pone para ir en moto. Pero la ropa específica no es cara para lo que ofrece. Lo que pasa es que cuesta hacer entender el concepto.”
Cuando uno mira hacia atrás y piensa que el negocio empezó en 1960, sorprende verlos hablar con tanta energía de lo que viene. “Esto funciona por olas”, explica Paco padre. “La crisis nos afectó, pero ahora vamos bien. Y estas marcas nuevas nos han ayudado mucho. Hemos crecido en taller, en formación, en herramientas… todo.” Y añade con orgullo: “Llevamos 47 unidades de la Zontes G368 matriculadas de una sola marca este año. Quería llegar a 50, a ver si lo conseguimos.”

A pesar del cansancio acumulado de tantas décadas, mantienen el espíritu intacto. “Una vez entras en este negocio, ya no puedes salir. Es un bucle”, bromea el padre. Pero también reconoce que hay una cosa que no ha cambiado: “La gente no es tonta. Busca calidad. Y el producto que vendemos la tiene. Por eso funciona.”
Antes de despedirnos, recuerdan que para final de año aplicarán un 20% de descuento en equipamiento —chaquetas, guantes, cascos— sumado a las promociones habituales de las marcas. Y entre un saludo a un cliente que entra y otro que sale, vuelven a hacer lo que han hecho siempre: atender, recomendar y hacer rodar un negocio que ya es parte de la historia de Gandia.


