En nuestras ciudades contamos con elementos patrimoniales que a menudo quedan omitidos de nuestra cotidianidad debido a su proximidad geográfica. La Comunitat Valenciana es un espacio que dispone de milenios de antigüedad, un pasado repleto de batallas, leyendas y hechos espectaculares que vale la pena sacar del baúl de la historia. A lo largo de todo el territorio encontramos un gran número de edificaciones, elementos arquitectónicos o espacios culturales que han configurado nuestra idiosincrasia. En la ciudad de Gandía encontramos una construcción que ha visto pasar por sus paredes más de cuatrocientos años de historias increíbles. Símbolo del poder de una de las familias más poderosas de la historia de Europa.
Hablamos del Palau Ducal de Gandía, casa natal de San Francisco de Borja, una construcción del siglo XIV que destaca por su patio de armas, su galería con elementos originales del siglo XVII y por su imponente presencia. Se trata de una de las construcciones más importantes de la historia de la corona de Aragón, elemento ineludible tanto para los locales como para los visitantes. San Francisco de Borja formaba parte de una dinastía histórica. Una estirpe familiar que recuerda vagamente a los Medici florentinos, una estirpe que promovió el arte y la cultura en el renacimiento italiano, a causa de su nivel de influencia.
Los orígenes del Palau debemos relacionarlos con Alfonso el Viejo, quien decidió empezar a construirlo. El año 1485, Rodrigo de Borja, quien se convertiría en Papa de Roma bajo el nombre de Alejandro VI, decide comprar el ducado de Gandía y cederlo a un miembro de su familia. Hablamos concretamente de Pedro Luis de Borja, quien se convierte en ese mismo momento en el primer líder del Ducado de Gandía. Con la llegada de la dinastía, el edificio queda sometido a un gran número de modificaciones estéticas. Gracias a la gran posesión patrimonial de la que gozaba la familia, el espacio se amplía y se construyen espacios nuevos. Los Borja dejan su imprenta de manera notable, marcando el espacio para siempre. Algunas de las mejoras más espectaculares pertenecen al período Barroco, cuando se edifica la Galería Dorada, que es una alegoría de la canonización del anteriormente citado Francisco de Borja.
El ducado de Gandía dispone de 11 líderes en total. Cuando muere el último, el espacio se va heredando de manera continua por parte de miembros de familias nobiliarias, que provocan un desgaste y abandono progresivo del espacio. Finalmente, en 1890, la compañía de Jesús adquiere el espacio con el fin de restaurarlo y volver a hacer que luzca como en la época de mayor majestuosidad. El palacio, que se encontraba en una condición pésima, inicia una tarea continua de recuperación, hasta implementar incluso nuevos espacios, como la capilla neogótica. Actualmente, este tesoro de Gandía vuelve a lucir en una condición magnífica, y promueve diversas actividades culturales e históricas que la llenan de vida de manera ininterrumpida. Su austeridad exterior contrasta con la opulencia que contiene.
Este mes de marzo el Palau Ducal ha organizado muchos eventos relacionados con el día de la mujer. Por ejemplo, este último sábado se realizó una visita teatralizada que quería poner en valor el papel predominante que han jugado las mujeres de la dinastía Borja. Entre los días 7 y 31 tendrán lugar muchísimas actividades relacionadas con esta temática. Destacan las charlas temáticas como la que tendrá lugar el día 14 de marzo, en relación a las mujeres migradas. En esta línea, también se ha inaugurado una exposición que estará abierta entre los días 7 y 31 de marzo.
Como vemos, el espacio se encuentra repleto de vida en la actualidad, y las épocas oscuras y decadentes que nos han precedido se contraponen a la vivacidad actual. La gestión está resultando excelente, ya que hay que recordar que el año 2018 el Palau batió su récord histórico de visitantes, llenando el aforo de todas sus actividades. En total, se superó la cifra de 56.300 personas, un éxito total y absoluto que este año se quiere igualar.
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