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/ 29 marzo 2024

Àlex Oltra: «Todos somos susceptibles de necesitar la ayuda de Cáritas»

Àlex Oltra: «Todos somos susceptibles de necesitar la ayuda de Cáritas»

Cáritas Gandia propuso hace un año a Àlex Oltra plasmar en imágenes un compendio de los proyectos que la entidad social realiza en la capital de la Safor. En la exposición ‘Las Cáritas del Siglo XXI’ -Sala Coll Alas- se proyecta hasta el 22 de noviembre una mirada de muchas. Una travesía que puede cambiar una vida.

Entrevistamos al fotoperiodista Àlex Oltra:

¿Ha cambiado tu visión de Cáritas?

Cáritas tiene un componente religioso importante, que es lo que yo pensaba antes, pero una vez que entras en su ecosistema, eso se convierte un poco en una anécdota. Una vez que entras allí y ves que ofrecen ayuda a musulmanes, a mujeres, a todo tipo de colectivos, da igual el género que seas… dices qué abierta es.

¿Te resultó a priori incómodo el encargo?

La mayoría de la gente, entre los que me incluyo, tenemos prejuicios de pensar en ir a hacer fotos a un sitio en el que la gente lo está pasando mal, tienen sus dramas y piensas que puede incomodar que vaya alguien allí a sacar fotografías. Y luego, ir allí y ver a la gente súper agradecida de que estés visibilizando su trabajo, no sólo el equipo de calle, también la gente que está en distintos proyectos. Como inserción laboral, ayuda comunitaria, clases de idiomas, clases de ayuda a las nuevas tecnologías. Me cambió un poco, pero para bien. 

Cáritas necesita mucha ayuda.

Para una ciudad como Gandia, siempre vienen bien más ayudas, más comedores sociales, más pisos tutelados. Toda ayuda es poca para la gente que está en una situación desfavorecida, porque al final, las administraciones no llegan a todos los lados. Y, ya sea por burocracia, ya sea por dejadez, en el peor de los casos por motivos ideológicos, que no se ayude a un cierto sector de población. Creo que siempre se podría hacer más. 

¿Qué es lo que más necesitan?

Pues te voy a hablar sólo del equipo de calle. Me voy a centrar en ese porque esta gente es la que nos encontramos todos los días por la calle, durmiendo, que pasan las noches en la calle. Esa gente, aparte de necesitar puntualmente ropa de abrigo, mantas, una bebida caliente, para las noches que hace más frío, lo que necesitan es hablar, poder hablar con alguien que no sea de su círculo. Sentir que no son invisibles, que la gente muchas veces, y es normal, tenemos nuestros problemas y pasamos por al lado y les ignoramos, pero esta gente lo que más valora es sentirse dentro de la sociedad. No sentirse un mueble.

¿Qué imagen de las que has hecho te costó más?

No dejo de hablarte del equipo de calle . Es el proyecto que más me gustó hacer, y a la vez es el más duro. La gran mayoría fueron conversaciones agradables, charlas distendidas; hablamos de todo, como pudiera hablar contigo, pero sí que es verdad que en una de estas situaciones, había un chaval más joven que yo, que estaba durmiendo en una sucursal bancaria. 

Tenía los papeles que había pintado y los colores en el suelo de la sucursal. Ese chico tenía problemas graves, no voy a entrar en cosas personales, pero sí que tenía una situación muy dura, tanto familiar como personal. Necesitaba terapia, su familia probablemente necesitaría terapia y no era el mejor lugar para estar una persona así, en la calle. Esa situación me costó, de hecho hice un par de fotos testimoniales, pero me quedé escuchándole. Me quedé escuchándole y atendiéndole y mirándole a los ojos para darle un poco más de apoyo, porque yo no tengo las herramientas. Menos mal que estaba Paula, que estaba Cáritas allí para saberle aconsejar y saber dar los pasos para que mejorara su situación. Pero ese momento fue muy duro para mí porque hasta ese momento, todo había ido bien. Había sacado fotos bonitas, había entablado muchas conversaciones amistosas, y ese chaval fue como darse un toque de atención. Como decir, eh, que todo no va a ser así. Que también está esto, que es la realidad.

¿Qué transmite la exposición?

A raíz de la primera pregunta, tienes una serie de prejuicios, que son una serie de sentimientos paternalistas, como pasión, pena, lástima, que eso es inherente a la persona. Al final no es ni bueno ni malo, simplemente te pasa y ya está. Luego es verdad, que a la hora de cubrir estos proyectos, esos sentimientos desaparecen y se convierten en admirar la fuerza de voluntad de los usuarios, en admirar la dedicación a los demás que tienen los voluntarios, y creo que la gente puede sentir ambas cosas. 

Es lo más natural del mundo, que sientan compasión, lástima y a la vez puedan sentir la fuerza de voluntad de los usuarios por salir de ahí y la dedicación a los otros que tienen los voluntarios. También espero que sientan que esto no es algo que les pase a unos cuantos, todos somos susceptibles de que nos pase una situación que nos haga necesitar la ayuda de Cáritas. Porque hay personas que han estudiado carreras, hay personas que tenían una vida normalizada hasta la muerte de un familiar, hasta un divorcio, hasta que ha perdido el trabajo.  

Tú y tu objetivo habéis estado en países con dificultades: ¿Hay que tener suerte hasta para ser pobre?

Bueno, he estado en muchos países empobrecidos, no pobres. Eso siempre lo intento aclarar. Porque los países no son pobres, los empobrecen. Pues, se podría comparar y no, la verdad. Las comparaciones siempre son odiosas, pero si me dices, si una persona en situación de calle, aquí en España está en mejores condiciones que una persona de calle en los campamentos, te digo que sí. Que es una suerte estar en esta parte del hemisferio, en un país solidario y desarrollado. Al final, la misma persona, puede sentir aquí lo mismo que siente allí. Aquí tienes más recursos para salir adelante, allí, por el simple hecho de tener una vida no organizada vas a tener muchos problemas.

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