Neus Fuster Pérez es una joven gandiense que ha luchado durante estos años por conseguir sus objetivos personales y laborales. Desde su ciudad natal ha viajado y vivido en diferentes continentes con el fin último de conseguir todo aquello que desde su familia siempre le han inculcado: la libertad y la independencia.
Ahora, desde Manhattan, sigue luchando por un mundo mejor y más igualitario dentro de un sector repleto de hombres. Neus trabaja “en ventas en el sector de la construcción en Manhattan y, aunque nunca he sufrido ninguna situación de discriminación por ser mujer, nada más lejos de la realidad, socialmente sí que sigue existiendo la asociación de que es una industria de hombres”.
La igualdad y el feminismo los lleva por bandera. Para ella es “un movimiento plural con un núcleo en común, la igualdad. Las únicas diferencias entre mujeres y hombres son biológicas y nunca deberían condicionar la obtención de derechos u oportunidades”.
Y es que es así como debería ser entendido ya que su objetivo “no es que las mujeres sean mejores o físicamente iguales, su función es concienciar que siguen existiendo las ideas patriarcales” afirma Neus.
La educación, sin duda, es uno de los pilares fundamentales para luchar por esa igualdad real en derechos, tanto personales como laborales, entre mujeres y hombres. “Tanto en el colegio donde empecé mis estudios (Colegio Abecé) como el instituto (IES María Enríquez) en Gandia siempre predominó la igualdad, independientemente del género, religión o nacionalidad”. Un hecho que hizo que a día de hoy siga cuestionándose cuánto tiempo queda para que los cargos de poder alcancen el 50-50 pues “de los 190 presidentes solo 9 son mujeres, en el parlamento solo el 25,5% de los cargos de poder son mujeres y en el sector privado el porcentaje de mujeres oscila entre 15% y 16%”.
Salir de la zona de confort, seguir luchando por sus sueños y crear esa independencia han hecho posible que Neus sea una gran referente para otras mujeres. Un claro ejemplo de feminismo, de lucha por los derechos de las mujeres con el fin de que “nuestras hijas y nietas no tengan que pelear por lo mismo que pelearon nuestras abuelas”.
Y es que, como bien afirma: “La mente no tiene género y la desigualdad se puede combatir con educación, hemos avanzado mucho como sociedad pero aún nos queda mucho camino por recorrer y mejorar”.