El Papa Francisco, con el Decreto del Dicasterio de las Causas de los Santos, relativo a la canonización de los Beatos Manuel Ruíz y siete compañeros de la Orden de los Frailes Menores, junto con tres seglares cristianos maronitas, que fueron beatificados por el Papa Pío XI el 10 de octubre de 1926, ha dado luz verde a la canonización de los conocidos “Mártires de Damasco”, asesinados por odio a la fe en Damasco la noche del 9 al 10 de julio de 1860. Entre ellos está el Beato Francisco Pinazo, vinculado a Gandía por destino como religioso franciscano.
El Beato Francisco Pinazo Peñalver, nació en Alpuente, en la aldea de El Chopo, el 24 de agosto de 1802, siendo sus padres Vicente y Esperanza. Fue bautizado el mismo día en la Arciprestal Iglesia de “Nuestra Señora de La Piedad”, de Alpuente (Valencia). Se le puso por nombre Bartolomé Pinazo. Su nombre de pila guarda relación con el día en que nació, fiesta litúrgica de San Bartolomé, Apóstol. Su infancia transcurrió como la de cualquier otro niño de la aldea de El Chopo. Hizo sus estudios primarios en la escuela municipal de la Villa, distante a unos 3 km. De manera prematura, cuando Bartolomé contaba con 8 años, sus padres, debido a la necesidad del trabajo, le retiran de la escuela y le dedicarán al oficio de pastor. La soledad que le proporcionarán las montañas le hará ser un buen contemplativo de la naturaleza, descubriendo en ella el amor del Dios creador. Consta su gran devoción al Patriarca San José y a la Santísima Virgen María. Prueba de ello es que solía llevar en su zurrón de piel de cordero, además de la comida, un cuaderno autógrafo en el que aparecen copiados un Catecismo razonado, los Dolores y Gozos de San José, así como Ejercicios Piadosos en obsequio del Sagrado Corazón de Jesús y de su Madre, además de varias oraciones y máximas espirituales. El pastor Bartolomé en sus horas de descanso con el pastoreo de las ovejas, bajo la sombra de algún nogal de aquellas tierras alpontinas se entregaba a sus devociones más predilectas. En 1814, a sus 12 años de juventud, un inesperado accidente le hizo abandonar el trabajo de pastor. Su padre tuvo que vender el ganado, obligado también por la situación social de pobreza de aquellos momentos; y marchó a Bujaraloz (Zaragoza), junto con otros alpontinos, para dedicarse a la siega. En todo este tiempo, Bartolomé irá forjando su buen carácter marcado por ser fiel obediente y cumplidor en sus tareas campestres y tener un alma sencilla y jovial.
Ingresó en el convento de Chelva, como “donado”, en el año 1825, cuando contaba con 23 años de edad. Allí residió durante 5 años. Su oficio era el de limosnero. Con este oficio, tendrá que salir con cierta frecuencia del convento, para pedir limosna en los alrededores de Chelva y pueblos y aldeas de la comarca. En 1831 nuestro querido fraile será destinado al Convento de “San Francisco” de Valencia, para hacer el año de noviciado, donde pasado este período de tiempo, tomará el hábito de franciscano en febrero de 1832, cambiando en dicho acto el nombre de Bartolomé por el de Francisco, debido a la gran devoción que, de pequeño, profesaba a su Seráfico Padre y Fundador. Emitió los tres votos de: pobreza, castidad y obediencia de manos del Rvdo. P. Pascual Flores, guardián del convento, siendo maestro de novicios el Rvdo. P. Francisco Oltra. Todos verán en él, un verdadero modelo de obediencia, pobreza, pureza de costumbres, fiel amante de la oración, el trabajo y la mortificación, lo cual servirá a otros frailes como modelo perfecto de un buen hijo de San Francisco de Asís. Una vez pronunciados sus votos, Fray Pinazo será enviado al Monasterio de Santa Clara de Gandía (Valencia), para ejercer el cargo de sacristán, en la iglesia de las Clarisas. Vivirá en un pequeño convento franciscano al lado de este monasterio, formando comunidad con el resto de frailes, al servicio de dichas monjas, cuya comunidad de franciscanos llevará a cabo los servicios de: confesor, socio, sacristán y procurador. Su estancia se prolongará en Gandía durante once años, hasta que le sorprenderá la exclaustración de los frailes en 1835. Fray Pinazo, no queriendo abandonar el retiro del monasterio, tomará la decisión de continuar como sacristán de la misma iglesia, ya despojado del hábito franciscano. Entonces, también se dedicará al oficio de limosnero, recorriendo los pueblos de la huerta de Gandía, con el fin de poder proporcionar el sustento a las pobres religiosas, así como a cultivar el huerto de la clausura. De los once años que Fray Pinazo estará en Gandía, sólo los tres primeros vivió formando parte de aquella pequeña comunidad. Los ocho años restantes, los vivirá como exclaustrado, privado del hábito franciscano. Así, con nostalgia de la vida regular, gracias a su inquietud misionera, que ya iba concretando recorriendo asiduamente la ciudad de Gandía y su comarca para recolectar limosnas de ayuda a las monjas clarisas, finalmente tomará seria determinación de reintegrarse a la vida religiosa en Tierra Santa, muy influenciado por el P. Carmelo Bolta y gracias a las noticias que le llegaban de él desde Tierra Santa, a través de su familiares en Real de Gandía. El 21 de febrero de 1842 consta en un documento rubricado por él, que pidió marchar a Palestina, a sus 39 años de edad. Finalmente, Fray Bartolomé será aceptado para esta nueva misión el 10 de junio de 1843 y partirá el 8 de septiembre del mismo año, a la edad de 41 años. A Tierra Santa llegará en el mes de octubre.
Sus destinos en Tierra Santa fueron los siguientes: Damasco (por seis años, con los servicios de cocinero y sastre), Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén, Nicosia (Chipre), Nazaret, Jaffa, San Juan de la Montaña y finalmente Damasco, donde sufrió martirio. Antes de matar al grupo, los agresores pidieron a las once víctimas que renunciaran a la fe cristiana, pero se mantuvieron fieles a su fe hasta derramar su sangre en el martirio.
De la escultura original del beato en Alpuente, se conserva en la actualidad un hermoso busto, procedente de la anterior imagen quemada en la Guerra Civil de 1936, rescatado de la hoguera, restaurado y donado a la Parroquia por los familiares del médico D. Nicomedes Cortés. Este busto está instalado en un altar del crucero de la Capilla de la Comunión. Actualmente hay otra imagen de talla del Beato Pinazo en un altar lateral del presbiterio, que es la que anualmente sale en procesión.
Respecto a su estancia en Gandía, la sacristía de la Iglesia de Santa Clara tiene un cuadro policromado con la imagen de su antiguo sacristán, recordando los años en que el Beato Pizano ejerció este oficio al servicio del culto y de la comunidad monástica de las Clarisas.
Carlos Pons (Cura Párroco de “San Miguel Arcángel”, de Catarroja)