El Tribunal Supremo de los ciudadanos ha hablado: las elecciones locales del 28M Gandia ha sentenciado de manera indubitada apoyar el proyecto del PSPV-PSOE con José Manuel Prieto a la cabeza. A pesar de un contexto general desfavorable, algo que hace todavía más significativo el resultado electoral, el apoyo mayoritario es un respaldo muy claro a una manera concreta de hacer política. Los motivos, a mi entender, son los siguientes:
Unidad. El único partido que se ha presentado a las elecciones sin ningún “pollo” interno, ha resultado el ganador. Todo el resto de partidos, con más o menos intensidad, han sufrido líos internos que han debilitado su posición de cara al electorado. Desde la operación aerotransportada en el PP sustituyendo a pocos meses de la elecciones al propio Presidente del partido por un paracaidista impuesto desde Valencia, repitiendo errores del pasado, a la actitud un poco (permítanme la expresión) fallera en la que alguien crea una falla nueva cuando no le permiten ser Presidente en la que está, en más o menos intensidad todos los partidos, menos uno, han sufrido escisiones y/o diásporas que han lastrado sensiblemente su resultado electoral.
Liderazgo. Acostumbrados al “fast food” político, al, en ocasiones, forzado titular de prensa, al ritmo vertiginoso que nos autoimponemos en las redes sociales, en definitiva al “pim pam pum” de la acción-reacción mediática, se nos suele olvidar que los fundamentos en los que se basa la obtención de la confianza ciudadana es siempre la misma: la solidez y el liderazgo de un proyecto político capitaneado por su cabeza de lista. Prieto ha sido un auténtico corredor de fondo con el sacrificio personal que ello conlleva. Desde que fue nombrado Alcalde ha trabajado y desvivido por su ciudad y todos sus ciudadanos acudiendo donde ha sido llamado y atendiendo a cada una de las personas que lo han requerido. Si a Fraga le cabía el “Estado en la cabeza”, puedo afirmar sin ningún género de dudas que a nuestra Alcalde le cabe Gandia en la suya. No sólo es conocedor de todo lo que pasa en ella si no que es capaz de relacionarlo de manera ordenada y coherente y eso se ve claramente ya que, sin ningún papel en las manos, puede reunirse con sectores totalmente diversos de la ciudad y hacer un análisis somero de lo que ocurre ofreciendo alternativas para solucionar sus problemas. Su transversalidad ha permitido pescar en los caladeros electorales a su derecha e izquierda porque tiene claro que su objetivo, que no parece que sea el de algunos, es gobernar para todos los gandienses.
Gestión. Si la unidad y la confianza en el alcaldable son importantes, no lo es menos la gestión que se ha realizado desde el gobierno municipal. Evidentemente nadie es perfecto ni infalible pero creo que no me equivoco al afirmar que la gestión municipal merece una nota alta. Seguro que hay que afinar en muchas cuestiones, agilizar trámites burocráticos y ser capaces de generar, todavía más, actividad económica para que nuestra ciudad sea un lugar donde cada uno de sus ciudadanos pueda llevar a cabo su proyecto de vida. Y, como suelo decir, los números no se discuten, simplemente se comprueban y ahí están todos los indicadores socioeconómicos de la ciudad que presentan un estado envidiable: un 25% menos de deuda, un 7,1% menos de IBI, 3.000 parados menos en las listas del SERVEF, se paga a las proveedores de una manera rápida y, sobre todo, ningún lío judicial a la vista. Y ahí me quedo.
En resumen, un resultado electoral no es la consecuencia de una campaña determinada, aunque ello ayude, y eso ha queda demostrado con los resultados obtenidos en Gandia. El trabajo constante y sostenido durante un largo periodo, versus los sprinters de última hora, la atención a todos los sectores de una ciudad sin menospreciar a nadie y la gestión demostrada con hechos además de una solidez sin ninguna tipo de fisura en el propio partido, es lo que, en una ciudad madura e inteligente como Gandia, se valora. Más allá de excusas absurdas y poco fundamentadas o rabietas de algún medio de comunicación al que visitan personajes trasnochados, los números son lo que son. Como decía Bertolt Brecht “qué tiempos estos en los que vivimos, que hasta lo obvio hay que explicarlo”. Pues bien, un respaldo de casi el 42% de los electores no es fruto de la casualidad y más en una coyuntura con el viento en contra. A partir de ahí, cada uno que se haga sus propias trampas al solitario.