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Andrés Suárez: «Al lugar donde has sido feliz tal vez sí debieras tratar de volver»

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«Es necesario valorar al público de cerca. Es lo más importante de nuestra carrera, por encima de las cifras, la mirada sostenida al público.» Así de claro lo tiene Andrés Suárez, quien este viernes 4 de abril regresa a Gandiautor con la emoción intacta de cantar en un espacio íntimo, donde la cercanía con la gente convierte cada concierto en un instante irrepetible. Con su álbum Viaje de Vida y Vuelta, el cantautor gallego ha explorado nuevos matices en su música, abrazando la alegría y el optimismo sin renunciar a la melancolía que siempre lo ha acompañado.

En esta entrevista, Suárez nos habla de su evolución artística, del peso de las historias que inspiran sus canciones y de la importancia de hacer una pausa en medio de la vorágine de la industria musical. «Sin descanso no hay obra», reflexiona. Además, recuerda con cariño sus primeras actuaciones en pequeños locales y nos cuenta por qué sigue creyendo en la magia de cantar «a centímetros de la gente».

  • Su álbum, ‘Viaje de Vida y Vuelta’, muestra un tono más optimista y alegre en comparación con trabajos anteriores. ¿Qué le inspiró a adoptar esta nueva perspectiva en su música?

Que me cansé de mí mismo, que me apetecía mucho salir de mi zona de confort, que era la melancolía y la tristeza, y que creo que es muy enriquecedor en la carrera de cualquiera, sobre todo una a largo plazo como sueño la mía, el teñirse de otros colores, buscar otros sentimientos, como en este caso la alegría, el optimismo, la jocosidad, porque a la tristeza siempre se puede volver, es demasiado fácil.

  • ¿Puede adelantarnos algo sobre el sonido o el concepto de su nuevo trabajo?

Pues me parece una pregunta maravillosa. Es bien distinto, tiene otro tono, otra carga melancólica. Es decir, un disco es el momento en que uno habita, frecuenta.

Ese es su momento vital y en este momento, tal vez uno no está en un momento tan tan feliz. Lo cual no es malo, ni estoy diciendo que mi disco vaya a ser una derrota. Únicamente habito otro paisaje, mi voz lleva otro color.

Me apetece mucho que el público descubra las canciones. Creo que no se pueden imaginar todavía, son muy distintas a las anteriores.

  • Su forma de contar historias a través de las letras es muy especial. ¿Recuerda alguna canción que haya nacido de una anécdota curiosa o inesperada?

Realmente todas mis canciones son inesperadas, pues son momentos vitales. Estoy hablando de un beso, de un paseo en una playa, de la muerte de un familiar querido.

Nadie espera el dolor o la alegría, sin embargo, llega y mi modo de canalizarlo es escribiendo una canción y rindiendo homenaje a la gente tan absolutamente increíble que me crucé en el camino.

  • ¿Cuál ha sido la canción más terapéutica que ha escrito?

Rosa y Manuel, pues es la despedida que no pude tener con mi abuelo. Mi abuelo sufría Alzheimer, esto es una canción que describe los momentos que de niño recuerdo con él, en el que no recordaba ni mi nombre, ni el nombre de mi abuela, ni el nombre de sus propias hijas e hijos.

Y en Rosa y Manuel le mando un beso cantado, como él era cantante, y me enorgullece verlo cuando cierro los ojos y canto esta canción.

  • Su nuevo libro, «Más allá de las canciones», explora la intrahistoria de 30 de sus temas más personales, combinando prosa poética con la semilla de las canciones. ¿Cómo ha sido el proceso de compartir esas historias tan íntimas?

Me reafirmo en mi verdad. Hay canciones que sí merecen ser explicadas y ser contadas por su destinatario, por la persona a quien le rinde su homenaje.

Y he tenido una suerte alucinante en vida porque me crucé con gente extremadamente buena cuando la experiencia tal vez no fue tan buena, sale un buen recuerdo en una canción.

Entonces la gente creo que necesita unirse porque el ser ese amor, y esa pasión y ese enamoramiento y luego ese llanto lo hemos vivido todos.

Antes hablaba el Alzheimer de mis abuelos, a todos nos ha pasado cerca o lejos, pero todos conocemos casos.

Cuando uno comparte el dolor, la alegría, se hace más humano, tal vez, o incluso más bueno. Y me apetece mucho compartir con mi público, al que tanto quiero, la realidad del momento, la situación geográfica, el contexto social y personal, ubicar y cubicar al lector en la canción que luego les canta.

  • ¿Qué le aportan las actuaciones como la de Gandiautor en comparación con los conciertos en grandes recintos?

No entiendo muy bien el concepto, la noción nociva, peyorativa, despectiva hacia la palabra garito, hacia la palabra, hacia el bar, hacia el local. Es decir, sin un local como el Varadero, no existe un palacio de deportes, un gran pabellón ni un gran festival.

Uno canta para diez y luego para treinta y luego para sesenta y luego otra vez para diez y luego para doscientos y tal vez para dos mil o veinte mil. Ojalá.

Yo utilizo la palabra garito como acto de amor. Varadero para mí es un garito, un templo, un lugar donde cantas a centímetros de la gente. Y eso no puede ser mentira jamás. Nunca. Con eso no  puedes engañar al público. O gustas con tu guitarra a centímetros o es que lo que no gusta eres tú.

Así que es un honor cantar, volver al Gandiautor como hace tantos años y volver a tener al público muy, muy cerca.

  • Gandiautor es un festival que valora la música de autor en un ambiente íntimo. ¿Cómo ve la importancia de estos espacios para los cantautores en el panorama musical actual?

Me preocupa profundamente y no es crítica, sino autocrítica, el que estemos todo el día pendientes de cifras a través de una pantalla.

Me explicaré: número de retweets, número de streaming, número de seguidores, número de like, número de compartidos, número de… ¿Pero dónde queda el cantarle a cinco personas y hacerlas llorar? No sé bien dónde queda. 

Echo de menos el que lloremos con la guitarra en mano por haberle cantado a quince personas, a veinticinco, a treinta, a treinta y cinco. Yo recuerdo mis primeros conciertos en Varadero o Libertad ocho o Astrolabi de Barcelona, donde eran diez personas, y yo llamaba a mi madre llorando y diciéndole “Qué honor que hoy tengo para un hostal y que vinieron a verme doce”.

Entonces es necesario valorar al público de cerca. Es lo más importante de nuestra carrera, por encima de las cifras, la mirada sostenida al público.

  • El público de Gandiautor ya le ha recibido en ediciones anteriores. ¿Qué recuerda de esas experiencias y qué espera de este regreso?

Si yo tuviera exactamente lo mismo, te lo juro, te lo firmo en un papel ahora mismo, sería el hombre más feliz.

Recuerdo noches interminables con Nacho y todo su equipo, su buena gente detrás de la barra, cuidándonos y cuidando a la gente que defiende la música en directo.

Recuerdo amaneceres entre risas y abrazos. Ha habido momentos y noches mágicas en Gandia.

No estoy de acuerdo con el maestro: al lugar donde has sido feliz tal vez sí debieras tratar de volver.

  • ¿Cómo equilibra la vida en la carretera con el tiempo necesario para componer y reflexionar?

Me parece la más brillante pregunta porque en esas ando, en el descanso. Sin descanso no hay obra.

Vivimos tiempos tan fugaces, tan veloces, tan inmediatos. La canción para allá, el concierto para allá, el video para allá, para ayer, el número de seguidores tiene que subir, así que hay que subir contenido.  Y yo decidí, y agradezco el que me haya entendido mi equipo profesional que me rodea, hacer un punto y seguido, no es nada más que eso lo que estoy haciendo.

Es bajar el ritmo, leer libros, estudiar un idioma, pasear con tus perros por el monte sin un teléfono en el bolsillo. Si no paro esta velocidad atroz en la que todos andamos metidos, en esta suerte de rueda de hámster que no se detiene, y en el que parece que hay que producir cada semana algo de calidad, vamos a acabar todos fatal.

Lo hablo con compañeros del audiovisual, del cine, incluso teatro. Estamos todo el rato produciendo. Uno necesita parar, descansar. Así que este concierto de Gandia me parece un oasis en medio de este silencio desierto, un regalo entre disco y disco y gira y gira.

  • Si tuviera que dar un consejo a un joven cantautor que está empezando, ¿qué le diría?

Con el corazón en la mano digo que no soy nadie para dar consejos. No soy maestro de nada, no estoy de vuelta de nada. Al contrario, en la música, uno sólo va de ida.

Lo único que voy a repetir es el consejo de la más sabia, que es mi madre, si me lo permiten. Trabaja, trabaja, trabaja, trabaja y después trabaja.

Agótate a trabajar, a hacer promoción, a grabar el disco con paciencia y mimo, a crear una canción, a estudiar guitarra, piano, a salir a conciertos, a volver con los bolsillos vacíos después de cantar en un bar.

Trabaja y quizá así la musa, te pilla a favor.

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