Lucía Castelló: «Espero que el público descubra la magia de la música de Rodrigo y Falla»

La soprano gandiense Lucía Castelló afirma que en el primer concierto de "A la llum de la Seu" se cohesionará "la parte artística con la personalidad de los compositores" ofreciendo "un homenaje a la música vocal española del siglo XX"

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La soprano Lucía Castelló se prepara para ofrecer un concierto homenaje a Joaquín Rodrigo en la Insigne Colegiata de Gandia, un evento que promete ser mágico y conmovedor. Se trata del primer concierto del ciclo «A la llum de la Seu«, acompañada por el barítono Luis Santana y el pianista Víctor Carbajo, Castelló interpretará una selección de canciones del repertorio vocal español del siglo XX. «El público va a asistir al estreno de algún título en Gandia», comenta con entusiasmo. La soprano también destaca la conexión íntima entre la música de Rodrigo y la espiritualidad del ambiente: «El silencio es una de las características de un edificio construido para orar».

¿Qué va a encontrar el público en este concierto homenaje a Joaquín Rodrigo en la Insigne Colegiata de Gandia? 

El público va a escuchar una selección de canciones que pertenecen al repertorio de la música vocal española del siglo XX. El objetivo del concierto es homenajear al querido compositor valenciano Joaquín Rodrigo por el 25 aniversario de su fallecimiento. En la segunda parte el público escuchará una selección de canciones de Manuel de Falla. Seguramente algunas de estas canciones, tanto de Rodrigo como de Falla no se han escuchado todavía en concierto en Gandia, por lo que el público va a asistir al estreno de algún título en Gandia.

¿Qué significado tiene para usted interpretar obras de Manuel de Falla y Joaquín Rodrigo en este contexto tan especial como es la Colegiata y a la luz de las velas?

En un primer lugar quiero agradecer la oportunidad que este concierto ofrece para conmemorar a Joaquín Rodrigo, en el tan necesario homenaje que se merece este año. Por supuesto quiero expresar mi alegría, a nivel personal, por poder cantar en mi ciudad natal. La Colegiata es además mi parroquia desde hace muchos años y me gusta cantar allí. 

El hecho de que Luis Santana, Víctor Carbajo y yo vamos a interpretar la música de Rodrigo a la luz de las velas es muy significativo porque la vida del maestro valenciano estuvo mucho tiempo entre luces y sombras, hasta que perdió la vista por completo, a los cuarenta y siete años. En Sagunto hubo una epidemia de difteria que mató a muchos niños: Rodrigo se salvó, pero lo dejó medio ciego, percibía luces y reflejos. Sus padres hicieron todo lo posible para que recuperara la valiosa vista, pero no fue posible. Es interesante saber que una vez dijo que a pesar de que no reconocía las formas, seguía percibiendo la luz. Esto me parece muy místico. Yo experimento esta mística en la música del maestro valenciano. 

El ambiente en la Colegiata nos ofrece esta oportunidad de cohesionar la parte artística con la personalidad que tenían ambos compositores. La música de Joaquín Rodrigo es muy transparente y mágica, pero invita a menudo a escuchar el silencio. El silencio es una de las características de un edificio construido para orar, como es el de la Insigne Colegiata.

Manuel de Falla era muy religioso. Esta religiosidad se puede palpar en su música. Su primera canción, titulada “Preludios”, con texto de Antonio de Trueba, nombra a la Virgen María.  

La luz de las velas incluso fue motivo de inspiración para el maestro gaditano: el público de la Colegiata va a poder escuchar el sábado una canción con texto de Gustavo Adolfo Bécquer que habla de esa luz, titulada “Dios mío, qué solos se quedan los muertos”. Mi compañero Luis Santana interpretará otra que se titula “Oración de las madres que tienen a sus hijos en brazos”. ¿Qué mejor lugar que la Insigne Colegiata para escuchar la música y el texto de esta preciosa obra musical?

Como guiño, muchas de las canciones del programa están compuestas sobre textos de grandes poetas y artistas literarios españoles de todos los tiempos, como Lope de Vega, Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio machado, Cristóbal de Castro, o San Juan de la Cruz… y algunos de ellos nos transmitieron su arte poético inspirados bajo el auspicio de la luz de las velas…

Cuenta con dos compañeros de alto nivel.

Luis Santana es un barítono con un bagaje increíble, y una carrera internacional muy digna. Es un cantante muy completo: estudió piano y se ha esforzado en conocer su instrumento muy bien. Esto es importantísimo porque cuando un cantante conoce profundamente su instrumento puede llegar a ser un buen mediador entre el compositor y el público, y esta es la función del intérprete. Conocer el instrumento vocal que uno posee ayuda también manejar el lenguaje genial y excelente de un compositor. Pero un intérprete, que se propone contar una historia musical, debe ser además un excelente comunicador, y Luis es un comunicador nato. Además, posee una personalidad extraordinaria, muy sana. Por otra parte, Luis es el intérprete que se mueve entre libros, que se interesa por la cultura, y además es un fervoroso seguidor de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Escucharle cantar es emocionante. Todas esas cualidades se escuchan en la interpretación de Luis Santana. Luis Santana y yo ya hemos trabajado juntos anteriormente acompañados por el pianista Alejandro Zabala: ofrecimos en Viena un concierto dedicado a la música de Antón García Abril.

Víctor Carbajo es un excelente pianista y además es compositor. Su obra musical es exquisita. Yo no había trabajado antes con él, y estoy encantada. Es un músico maravilloso, generoso, y un excelente compañero de trabajo. Es interesante recalcar que el discurso pianístico es el sostén de la melodía cantada en la mayor parte de la canción española del siglo XX. Yo necesito escuchar la armonía y sus impulsos rítmicos para poder improvisar una interpretación de mi melodía, cuyos puntos importantes por supuesto han sido pensados antes en la fase del estudio, pero siempre en el momento de presentar esa interpretación ante el público hay un alto porcentaje de inspiración. Pues bien, en mi caso esa inspiración empieza por escuchar lo que el pianista ofrece, y Víctor me ofrece lo que necesito oír. Así es que estoy muy contenta de que ambos vengan a Gandía para interpretar a Rodrigo y a Falla en esta noche mágica del sábado, a la luz de las velas. 

El proceso de los ensayos en nuestro caso es el siguiente: como ya conocemos el repertorio, nos encontramos para intercambiar impresiones, para concretar tiempos musicales, para hablar de planos sonoros… en general los ensayos nos ayudan a conocernos musicalmente. 

De este concierto esperamos disfrutar y que el público disfrute. Para muchos asistentes el programa es nuevo, así que esperamos que descubran la magia de la música de estos dos grandes compositores. 

¿Cómo es su proceso de preparación para un concierto como éste?

Empiezo por organizarme el número de canciones en un determinado tiempo de trabajo. Con cada canción procedo de esta manera: estudio en un primer encuentro la melodía y su armonía. Toco la parte pianística para localizar los momentos de tensión y distensión musical, y me dejo llevar por lo que la música me inspira. Luego retomo cada una de las frases melódicas incorporando el texto, así asocio la música con el texto. Otro día anoto los textos en una libreta y me estudio los textos por separado, sin música. Vuelvo a la partitura, ya con los textos aprendidos, con la intención de entender el mensaje que el compositor quiere ofrecer. Este mensaje debe ser claro, y para ello estudio el análisis del fraseo musical, la melodía y la armonía, los ritmos, etc. Para terminar, me concentro en el trabajo técnico vocal que me ayude a expresar lo que considero que debo mostrar. 

¿Qué particulares se encuentra en la música de Joaquín Rodrigo y cómo las transmite al interpretarlas?

El hecho de perder la vista ayudó al maestro Rodrigo a que su oído se desarrollara mucho. Esos oídos maravillosos sentían las formas de las cosas y casi los colores. Su oído musical también se benefició de esta particularidad. Su capacidad creativa y ese carácter mediterráneo y transparente, jovial y sensible, hace que su música posea una característica muy moderna, pero sin perder la tradición. Sus líneas melódicas son sorpresivas, y en la armonía se observa la sencillez y el silencio de alguien que se escucha muchísimo por dentro, ya que su contacto con el mundo exterior está reducido. La armonía de sus canciones se aferra a la idea del “no abandono” de lo tonal, y la melodía, aunque nunca deja de ser “melódica”, suele contener relaciones interválicas muy nuevos, y frescas. 

Los recuerdos vitales del maestro están íntimamente relacionados con los pajarillos, los árboles, el campo…, por eso que la música de Rodrigo siempre exhibe una admiración por la naturaleza. El comenzó muy joven con la composición, y en su música se observan la influencia de Strawinsky, Ravel, Granados, Paul Dukas, o Manuel de Falla… Rodrigo pone en su música una pincelada de naturaleza desinhibida, destacando su jovialidad, pese a las “preocupaciones” que muestran las obras artísticas de su tiempo contemporáneo.  La música de Rodrigo es muy poética, pero al mismo tiempo posee una fuerza innovadora: tenemos canciones como “Árbol” en las que el discurso pianístico es mínimo. Esto era innovador en el terreno ibérico.

Yo intento cantar de la manera más transparente posible, para dejar el mensaje musical casi sin interferencias, es decir, intento que mi voz y sus cualidades innatas no sea la protagonista del momento interpretativo. Intento solo poner una voz, por supuesto bien timbrada, afinada, sonora y sujeta a las “leyes” del canto cultivado. Mi objetivo con las canciones de Joaquín Rodrigo es dejar al desnudo la melodía del maestro tal y como seguramente él se la imaginó, con la intención de que el público reciba esa melodía cargadita de neutralidad interpretativa- por supuesto, sin dejar de atender las necesidades implícitas en una interpretación, esto es, mostrando una dirección musical, etc. Aunque resulta imposible intentar ser objetiva en mi interpretación musical, ya que ésta siempre va a tener “mi sello”, en el que se oye mi musicalidad y por supuesto lo que puede definir a mi voz, busco siempre la sencillez lógica que contiene una expresión melódica.  

¿Cómo descubrió su pasión por la música?

Descubrí mi pasión por la música cuando con diez años no quería faltar nunca a los ensayos del coro de la Parroquia San Francisco de Borja de Gandía. Mi madre, Asunción Cartagena, comenzó a darme clases de piano cuando yo tenía siete años, y entendí que lo que más me gustaba hacer los fines de semana era sentarme al piano y tocar un par de horas. Entendí que me apasionaba la música cuando a la hora de estudiar una carrera universitaria escogí seguir estudiando piano y empezar a estudiar canto… fueron muchos los momentos en los que “redescubría” mi pasión por la música.

También he descubierto mi pasión por la música cada vez que he llorado porque la voz no responde como quiero, o porque la carrera tiene momentos de mucho sacrificio poco compensados. Durante la pandemia, por ejemplo, descubrí mi pasión por la música cuando decidí ponerme a investigar sobre temas musicales. Y termino diciendo que descubro mi pasión por la música cada vez que toco el piano o canto una partitura. 

¿Cuáles son sus principales influencias o referencias en su carrera como soprano?

Las influencias dependen directamente del nivel técnico vocal y musical que he tenido como cantante. Es necesario explicar que el oído musical va cambiando a medida que una cantante se forma, atendiendo a la necesidad de conocer su instrumento o conocer el repertorio. Ese cambio refleja la manera de percibir y entender la música y por supuesto la técnica del canto. Por lo tanto, al principio de mis estudios me influenciaron unos intérpretes y ahora me parecen mejor referentes otros intérpretes cantantes. 

¿Cómo encuentra el equilibrio entre la técnica vocal y la expresividad emocional al interpretar estas obras?

Con mucho trabajo. La técnica vocal permite poder controlar la expresividad emocional. Esto es un poco complicado de entender, pero al menos, es así como lo quiero explicar. Las emociones son incontrolables. Cuando leo por primera vez una frase, una melodía, y entiendo lo que el compositor quiere expresar, normalmente recibo un latigazo emocional fuerte, que por supuesto, debo controlar. ¿Cómo? A base de normalizar esas emociones, es decir, consiento que esas emociones se transformen en sentimientos, y éstos son los que debo transmitir. Ese equilibrio es fundamental. Pero es un trabajo continuo, porque la música es energía, y como toda energía, se renueva.

Recalco aquí que los intérpretes somos personas con una serie de vivencias que no pueden desalojarse a petición. Entonces, como ejemplo, aunque ya conocía las canciones que voy a interpretar el sábado en la Insigne Colegiata de Gandía, al retomar su estudio, me he tenido que enfrentar a manejar nuevas emociones, y de nuevo a controlarlas mediante la técnica vocal.  Ese equilibrio se encuentra a base de mucho estudio y trabajo diario. 

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