jueves, 26 diciembre, 2024
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Pasar del «Borgia» al Borja

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Es conocido por todos los gandienses y los que han indagado en los devenires históricos, que la nomenclatura «Borgia» es causa de la italianización del apellido. Esta familia llegó a Roma hablando valenciano y, al pronunciar su apellido en su lengua natal (Borxa), para los italianos resultaba imposible y añadían sin quererlo la “i”. Así se pasó del Borja al «Borgia».

Los «Borgia» resultaron ser una familia de gran esplendor en todos los sentidos: en lo político, económico, social, cultural, artístico, musical, por supuesto, también en lo religioso.

Para el año 1.500 el Papa Alejandro VI convocó un Año Jubilar. Se celebraba que Cristo había venido a la tierra hace 1.500 años. Una tradición que había comenzado en el 1.300 con Bonifacio VIII. Primero se celebraba cada cien años, después cada cincuenta y ahora cada veinticinco. 

Para ese Año Santo del 1500 habría que prepararse adecuadamente, por eso se emprendieron una serie de obras para atender mejor a los peregrinos que llegasen a la Ciudad Eterna. En primer lugar, se instauró la inscripción de los peregrinos en lo que hoy se conoce como «Chiesa dei Peregrini», desde esa iglesia, pasando por el «Campo di Fiori» comienza la «via del Peregrino». Ésta fue la primera circunvalación de la ciudad. Los peregrinos pasando por la «via del Peregrino», no entraban en la ciudad romana y acudían directamente a los pies de la Basílica de san Pedro. Así se evitaban epidemias, enfermedades, contagios y la ciudad ganaba en seguridad. Años más tarde, el enemigo y causante de la leyenda negra sobre Alejandro VI, el Papa Julio II, construirá paralelamente a la «via del Peregrino», la conocida como «via Julia», una calle más ancha y mucho más recta. El problema es que, hasta la llegada de Mussolini, el cual levantaría los muros del Tíber para evitar inundaciones, esta via al Papa antiborgiano se le inundaría constantemente. Julio II era de esos políticos del yo más, es decir, hacer más que el otro, aunque después no sirva para nada, se caiga a trozos o se me inunde la calle por completo cuando suba el caudal del Tíber. 

Entre todas las obras que realizó Alejandro VI en la ciudad de Roma me gustaría destacar otra: la invención de la Puerta Santa. Fue Alejandro VI, quien instauró el rito de la Puerta Santa para los años jubilares. Era como un simbolismo del paso del mundo terrenal al mundo divino. No sólo las obras que emprendió tenían un sentido político o humano, sino también pastoral y evangelizador. 

En Valencia sería la puerta barroca de la Catedral, el «Micalet», o las pinturas de Paolo de san Leocadio las que darían paso a la preparación del gran jubileo del 1500.

En Gandia también quisieron prepararse para dicho jubileo. En 1499 la duquesa María Enríquez había concluido la Parroquia Asunción de Nuestra Señora. Desde los duques reales lo que hoy es la Colegiata, estaba sin terminar, y María Enríquez siguiendo el mismo criterio del proyecto, pero con ciertos cambios propios de la época, concluyó el templo. Se trajo a Paolo de san Leocadio y con todo el esplendor pedía al Papa Alejandro VI elevar la Parroquia a la categoría de Colegiata. De esta forma la denominación sería Parroquia Asunción de Nuestra Señora – Insigne Colegiata de Gandia.

Quizás en algún momento se pensase en hacerla Catedral, pero Catedral sólo puede haber una por diócesis, ya que es la sede del obispo. Dividir Valencia no saldría rentable. Por lo que la única solución era erigirla en Colegiata, instaurar un Cabildo y darles el privilegio a los canónigos de toda Valencia de vestir con las vestiduras y colores cardenalicios. 

Así con gran esplendor se celebraría el Año Jubilar del 1500.

Ahora el Papa Francisco nos ha convocado para otro Año Santo en el 2025. La ciudad de Roma está toda levantada, todo son obras, nuevos metros, nuevos túneles, nuevos caminos… Se están limpiando fachadas y adecuando iglesias y residencias. Toda la ciudad se prepara para recibir a los peregrinos de todo el mundo. También en Valencia, siguiendo las indicaciones del Papa Francisco, hemos querido prepararnos y estamos inmersos en un proceso de formación con los textos del Concilio Vaticano II. 

En Gandia, no obstante, también hemos querido prepararnos para ese Año Santo, siguiendo lo que hicieron nuestros antepasados. En septiembre y octubre, estará entre nosotros san Francisco de Borja. Sí, por segunda vez en 450 años los restos mortales del Santo Duque volverán a su ciudad natal y a su Parroquia. Esta efeméride servirá como preparación para el Año Jubilar. Estamos convencidos que dando a conocer la figura de san Francisco de Borja, obtendremos un mayor deseo de ser santos. La vida de san Francisco de Borja es toda ella un proceso de evolución hacia la santidad. El deseo de Dios en san Francisco de Borja no es una llama que se tambalee, es una llama que siempre se mantiene viva y cada vez alumbra más en el devenir de su vida e historia. 

A la par tenemos las obras de restauración en el Campanario de la Insigne Colegiata de Gandia. Sin lugar a dudas, estamos ante un hecho histórico, porque al igual que hicieron María Enríquez o Alejandro VI, nosotros nos prepararemos espiritual y materialmente para vivir este Año Santo.

Que bueno es, que conociendo la vida de nuestros antepasados y nuestra historia podamos experimentar un proceso y un deseo de conversión. Que bueno sería que, aprovechando todas estas efemérides, salgamos del pensamiento «Borgia», es decir, el de la leyenda, la oscuridad y el pecado, y, podamos aprovechar toda esta efeméride para profundizar en la verdad de «Borja».

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