Las calles y plazas de Gandia conservan un legado artístico que trasciende generaciones: el trabajo del escultor José Rausell Sanchis que ha fallecido a los 95 años. Su obra sigue viva en el espacio público y en la devoción popular.
Formado en València, Madrid, París e Italia, Rausell desarrolló un estilo figurativo de raíces clásicas y un profundo respeto por la forma humana. En Gandia, su impronta es visible y reconocible, tanto en la escultura civil como en la religiosa.
Ausiàs March: símbolo literario y escultórico
La más emblemática de sus creaciones es, sin duda, la escultura de Ausiàs March, realizada en piedra en 1959 para conmemorar el centenario del poeta. Ubicada junto a la estación de Renfe, esta obra no solo representa al ilustre autor medieval, sino que se ha convertido en un emblema cultural y visual de la ciudad.

Escultura religiosa: devoción y forma
Rausell también dejó una profunda huella en la imaginería religiosa de Gandia. Su Cristo de la Buena Muerte (1957), tallado en madera, es una de las imágenes más veneradas durante la Semana Santa, custodiada en la iglesia de Cristo Rey. Años más tarde, en 1990, completaría una de sus obras más delicadas y queridas: la talla de la Virgen de la Esperanza, caracterizada por la serenidad de su rostro y la suavidad de los pliegues en el manto, que denotan una técnica depurada y una sensibilidad estética singular. Una imagen a la que le tiene un gran cariño, como nos comentó a Som Gandia hace un año con motivo de la coronación de la Virgen.

San Francesc de Borja y otras figuras cívicas
Otra de sus esculturas destacadas es la de San Francesc de Borja, ubicada a la entrada del Ayuntamiento, que representa al patrón de la ciudad con una fuerte carga simbólica y espiritual. Este trabajo, como muchos de los suyos, conjuga sobriedad formal con profundidad expresiva, rasgos distintivos de su lenguaje artístico.

Un legado presente
A pesar de que José Rausell fue también un reconocido profesor de Dibujo en el Instituto Ausiàs March, su verdadera vocación fue siempre la escultura. Gandia, ciudad a la que dedicó buena parte de su producción, conserva ese testimonio en piedra y madera que hoy se erige como herencia viva.

