La palabra orgullo está hoy muy utilizada. Decimos que tenemos orgullo por una cosa, por una forma de pensar, por una forma de actuar… El orgullo se convierte en pecado cuando se vive desde una postura egoísta, incapaz de tener empatía por la otra persona o sociedad. Sin embargo, el orgullo es virtud, cuando muestra satisfacción, valor o solidaridad por el bien realizado.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma en su punto 2239 que “el amor y el servicio de la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad.” El valor patrio hoy está casi desaparecido. La fuerza de las ideologías ha tomado partido en favor de la destrucción de la unidad de la sociedad. Una sociedad dividida es manipulable, se carece de libertad y es incapaz de pensar en el bien del otro. Diríamos que es injusta. Una sociedad dividida nos convierte es humanos débiles e individualistas, que buscan antes su beneficio propio que el de los demás. El amor a la patria nos hace buscar precisamente lo contrario, sabemos que la prosperidad de los demás irá junto a la nuestra, buscaremos y pensaremos en el bien común, y ayudaremos a que todos puedan gozar, vivir y experimentar la alegría, justicia y paz de la que nosotros gozamos.
Toda postura nacionalista será excluyente, será anticristiana, y nos incapacitará para pensar en el bien común. Una postura patriótica nos ayudará a luchar cada día por la prosperidad de todos, acogiendo a los extranjeros y fortaleciendo a los débiles.
Nos acercamos a la fiesta del 12 de octubre. En torno a la Virgen del Pilar se conmemorará el día de la Hispanidad. El comunismo ha promocionado la violencia a través de la lucha de clases. Hoy la individualidad egoísta de la postura nacionalista, ha encontrado su sentido en esa lucha de clases marxista. Hoy los nacionalistas se presentan como estados oprimidos que tiene que luchar por su liberación. Estos nacionalismos y marxismos, han encontrado su auge cuando el liberalismo carente de contenido ideológico ha inundado toda la existencia política. Sí, el liberalismo ha dejado de lado la cultura y la batalla moral, para centrarse simplemente en el neomaterialismo que ha provocado el actual panorama económico desigual, clasista y excluyente. Precisamente, las voces que hoy dan la batalla en la cultura, la educación y la moral, son tachadas de extrema derecha, sin ninguna mayor argumentación que la propia adjetivación que ello conlleva. El silencio cómplice de los liberales hace que ellos también quieran sumarse a la manipulación de las conciencias para obtener una rentabilidad propia, o, dicho de otra forma, un sillón que me garantice un sueldo a causa de una posición política degradada.
El amor a la Patria nos hace poner en valor, como bien nos enseña el Evangelio de Cristo, en lo bueno que tiene el hombre. El hombre que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, es bueno, libre, es capaz de amar y de evolucionar. El valor de la patria nos posiciona a todos los seres humanos como hermanos, y nos impulsa a desarrollar sistemas que garanticen el bienestar de todos, especialmente para los más desfavorecidos. Nos preparan un corazón acogedor y nos otorgan sentimientos de empatía.
Si tomamos el ejemplo del Cielo, la Vida Eterna será el habitar en Dios. El lugar donde el hombre encuentra su mayor sentido, su máxima y su felicidad. Dios es Amor, y de ese amor queremos participar todos sin que nadie se sienta excluido. El Reino de Dios busca ante todo la primacía del Amor, y desde el anuncio cristiano se invita a que todo hombre y mujer pueda gozar de esos mismos sentimientos en Cristo Jesús.
Los españoles de 1492 habían sido educados en el amor a la patria. Sabían que la unidad de los Reinos había favorecido su expansión y prosperidad. El ejemplo del Imperio Romano se sabía fuerte cuando estaba perfectamente unido, lo mismo que la unidad en la fe a través de la Iglesia Católica. Esa unidad había favorecido la colaboración y entendimiento entre países, así se entiende que la primera embajada del mundo se encuentre en Roma. Sí, la embajada de España ante la Santa Sede.
La expansión del territorio español por América garantizó la inserción de nuevas sociedades y nuevas culturales. El mestizaje, el intercambio de ritos, la evolución filosófica, la mejora del arte, la expansión de la fe a través de la traducción de la Biblia en las lenguas nativas, fomentó la alfabetización, el interés por el aprendizaje y el conocimiento. Garantizó la paz y ayudó promover el sentido de justicia entre todas las personas.
La división de Roma, que había tomado forma en Martín Lutero, había propiciado el egoísmo y el interés individual, por encima del colectivo. Así los lugares ingleses o franceses se convertirán en sitios de esclavitud, de persecución y de asedio. Con España se ganó en cien monumentos de la Humanidad de los cuarenta que ya existían. Se ayudó a la expansión de las Universidades con la creación de nuevas sedes que hoy son grandes referentes en investigación; y se fomentó la santificación del Pueblo de Dios. España nunca tuvo colonias, siempre podemos hablar de Provincias. Las falsedades históricas que vienen en ayuda del sostenimiento de las ideologías marxistas y nacionalistas, no deben ocultar nunca la verdad, la justicia y el valor de la libertad.
El valor de la patria nos impulsa a todos a estar orgullosos de la herencia que hemos recibido, sabiendo que todo cristiano luchará por el bien común. El cristiano debe hacer que cada vez seamos más los que podamos alcanzar el Reino de Dios; que nuestra patria terrenal promocione los valores de la Patria del Cielo: la igualdad, la equidad, la libertad, la justicia, y, por encima de todo, el amor.
Sí, mi patria es España y su defensa en mi vida a causa de mi fe en Jesús tiene un sentido trascendental. ¡Viva España! y ¡Viva Cristo Rey! Feliz día de la Fiesta Nacional para todos los patrióticos, para todos los católicos. Tenemos motivos para estar orgullosos.
Paco Llorens
Sacerdote