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Don Priscilio Ruiz: «La cultura se evangeliza haciendo cultura»

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Priscilio Ruiz llegó al Raval de Gandia un mes de noviembre del año 2000. La peseta estaba vigente y el euro asomaba por la rendija. No era empresa fácil la que tenía que liderar este sacerdote de “Iniesta Capital” (Cuenca). Porque más difícil es reconstruir que construir. El pasado domingo, 14 de enero de 2024, se celebró un acontecimiento merecido, forjado, importante y extraordinario; en los sentidos más trabajados de los términos. El arzobispo de Valencia, Mons. Enrique Benavent, consagró el altar y dedicó la parroquia de San José. Pero no sólo eso. Los aplausos y alegría que cerraron los actos litúrgicos fueron signo de agradecimiento a un siervo de Dios que rebosa optimismo, convicción y fuerza. No hubiera sido posible de otro modo atraer a la providencia para que un templo y edificio en ruinas hace dos décadas sea hoy uno de los atractivos religiosos y culturales más allá de las fronteras de la capital de la Safor.

SOM GANDIA entrevista a Don Priscilio Ruiz Picazo en su despacho parroquial apenas tres días antes del gran día: “Yo quería que la parroquia se viese como ese hogar que supone el encuentro con Dios en medio del mundo”. Objetivo conseguido.

Imagen: © SOM GANDIA
  • ¿Qué se encontró cuando llegó a su destino en Gandia?

Llegué en noviembre del año 2000. Lo que encontré fue un edificio en lamentable estado, la Casa Abadía imposible de habilitar, al llegar fui a vivir a un piso de alquiler. El puente tenía goteras, podía hundirse, el campanario, la parte de abajo me sorprendió porque estaba toda apuntalada, pero en ningún momento podía imaginar que el deterioro fuera tan grande. 

Fue una cosa sorprendente. Lo primero que hice ante todo esto era buscar un arquitecto, que es Don Rafael Hueso, que tuviera sensibilidad religiosa porque desde el inicio yo quería que la parroquia se viese como ese hogar que supone el encuentro con Dios en medio del mundo. Que la gente al entrar en la parroquia se sintiese en el cielo para alimentarse del amor de Dios y salir de aquí nuevos a transformar el mundo. Y buscando arquitecto, me dijeron el nombre de Rafael Hueso, que había hecho algunos trabajos en iglesias en Roma y que estaba en Valencia. Me entrevisté con él y fue una manera de congeniar, yo explicarle lo que quería, en su totalidad, y él no solamente entenderlo, sino verlo. 

Tuvimos, de manera improvisada, que dejar la Casa Abadía porque habían caído unos ladrillos y ante aquel ladrillo, Rafa dijo que eso había que verlo. Con el albañil subieron al Campanario y bajaron blancos. Tuvimos que pedir al ayuntamiento que se acordonara el perímetro, el peligro era inminente porque si se derrumbaba lo hacía sobre los vecinos y estaba en situación de derrumbe. Las grietas que había eran tan anchas que cabía el brazo entero del arquitecto. En primer lugar se centraron en sujetarlo y ahí es donde comienza la gran fuerza, la magnitud que nadie podía pensar de que estas obras iban a ser tan profundas. Pero bueno, tan divinas, porque la providencia ha ido viniendo.

Imagen: © Kazados Co.
  • Gracias a esta obra se ha reencontrado también con un vecino de su pueblo.

Eso es fantástico porque para el remate final de toda la obra, era fundamental el retablo. Necesitábamos encontrar una persona no que fuese simplemente un buen pintor, sino que fuese un buen artista. Y el artista no es el que sabe hacer un buen retrato, sino aquel que transmite el alma de lo que pinta y eso se ha conseguido.

A través de Rafa encontramos a José Manuel Pozo, y cada lienzo es un encuentro personal con el Señor. De cada lienzo uno puede hacer una meditación. Es curioso que hay días donde veo gente que no conozco que se quedan sentados contemplando el retablo. Lo que es muy casual es que va y resulta que José Manuel Pozo nació en mi pueblo, si no lo veo no lo creo. El señor me dió un “carchot” y me dice: “¿Para qué estoy yo?”.

Imagen: © Kazados Co.
  • Las mejoras han ayudado a muchas personas, como al escultor Ricardo Rico y la empresa que realizó el confesionario.

Ricardo Rico es una de las joyas de Gandia. Es un escultor que fascina, tengo las tres mejores de sus obras, dos son de la parroquia y la otra es de la hermandad del yacente. Efectivamente me lo encuentro, yo lo admiraba por el Cristo Yacente, estaba trabajando en un trabajo manual y me dijo que nadie le pedía trabajo y me quedé impresionado. En ese momento, todavía no estaba ni beatificado Juan Pablo II y le pedí una escultura de San Juan Pablo II, con esa pose y ese estar, porque tiene una razón de ser dónde está puesta. 

Costó mucho conseguir la cara que tiene San Juan Pablo II, la gente que ha venido y la ha visto dice que es de las mejores que ha visto. Gracias a eso mi querido escultor pudo trabajar de lo suyo. No era posible que unas manos así se echaran a perder. Hay una cosa que hay que tener muy en cuenta, que la cultura se evangeliza haciendo cultura. Pero además, el mayor bien social es generar trabajo. En estos casos hemos generado cultura, el mejor bien social y el mejor bien cultural. Gandia ahora ha aumentado su patrimonio cultural con esta parroquia. 

El confesionario es maravilloso, porque además es el más usado del mundo, seguro. El confesionario que tiene aire acondicionado, puede uno sentarse, arrodillarse, cargar el móvil. El penitente abre y lo primero que ve allí es a Jesús abrazándolo. 

Yo le dije a Rafa que teníamos que conseguir un confesionario en esta zona. El arquitecto y yo tenemos una sintonía tan grande que cualquier idea que tengo la pone en práctica e hicimos unos planos. Se quedaron hechos para cuando pudiéramos llevarlos a cabo. Un día viene Rafa y me dice que hay unos ebanistas muy buenos que habían cerrado la empresa, pero que si les encargábamos el confesionario igual seguían. Gracias a encargarles a ellos el confesionario, un trabajo muy fino, los trabajadores se asociaron crearon una cooperativa para hacer el confesionario y aquello continuó. 

Imagen: © Kazados Co.
  • ¿El barrio es el mismo que se encontró en el año 2000?

El barrio es muy de Gandia y ha ido muy al unísono de Gandia. Yo quiero mucho a la gente del barrio, la verdad que ahora están todos con su iglesia, pero tienen los mismos problemas que el resto de la ciudadanía de Gandia. 

  • ¿Qué necesita ahora mismo esta iglesia?

Además de que tenemos que terminar de pagar (90.000 euros), vamos a insonorizar porque queremos que en el culto la gente esté agusto, se oiga bien, y el problema que tenemos es el eco que hay. Eco que se ha mitigado bastante con las imágenes, pero todavía hay mucho. Hay mucho eco porque Don Vicente fue el primero que inició las obras pero las tuvo que parar porque no tenía recursos, al parar las obras la cúpula que está preparado para poner, hubo que cerrarlo y todo eso hace que haya un eco muy grande. Ahora estoy mirando con el arquitecto la manera de quitar el eco, es cuestión de dinero pero la providencia proveerá. 

  • ¿Con la cúpula se solucionaría el eco?

Sí, pero poner la cúpula sería un capitalazo. Entonces tenemos otro sistema que es, aprovechando lo que hay, el añadir unos materiales como una fibra o solventes que hay ahora y vamos a probarlo. Tenemos también preparado para hacer dos altares más para catequesis que estamos necesitados. 

  • Esta es la Iglesia de San José. ¿Cree que San José está bien reconocido por la Iglesia?

San José no solo está reconocido por la Iglesia, sino que la Iglesia necesita de San José. Es patrono de la iglesia universal, San José además os invito a que cojáis un día los misterios y gozo de San José, los 7 domingos de San José que está publicado, meditar a San José es un camino de santidad en la vida ordinaria, en el trabajo en la familia, en las contrariedades. Además de protector es el gran maestro, de hecho en la imagen central hay un ángel que presenta la parroquia de San José a San José y él está con el niño Jesús y la Virgen, su mano por delante de la virgen sobre la parroquia rodeado de ángeles.

Eso es la representación gráfica de la primera oración que hice al entrar aquí, donde les dije a los feligreses: “Soy todo vuestro y lo soy y lo seré hasta que Dios quiera. Y a San José pedir su protección y, a la vez, pedirle que nos enseñe a amar a Jesús y a Maria con el mismo corazón con que él los amaba”. Esto es camino de santidad y felicidad, pero es más, algo que nadie se ha percatado, si miráis la veleta de San José arriba del campanario, ahí está San José, no lleva al niño sobre el brazo, lo lleva caminando de la mano porque cuando uno sale de aquí, sale con el espíritu de San José de llevar al señor a todas las circunstancias de la vida, a todos los momentos, sople el viento para donde sople, esté la situación como esté. Nosotros somos portadores del señor, eso es fantástico.

Imagen: © Kazados Co.
  • ¿Existe el demonio?

Absolutamente, igual que existes tú y yo. También es verdad que no hay que tener miedo. Quien está con el Señor nada tiene que temer. Esas palabras a los pies de San Juan Pablo II que son con las que este gran Papa inició su pontificado “no tengáis miedo” a la entrada del confesionario. Porque aquí recibimos al señor. Aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque tu vara y tu callado va conmigo.

Cuando uno entra en San José, Satanás tiembla. Y os lo digo claramente: lo único que hay que hacer con Satanás es me acerco a él, sino tener tu encuentro con el Señor siempre, la Virgen y San José. ¿Quién puede olvidar que el señor está presente y vivo en la eucaristía? La eucaristía no es un símbolo, ni un signo ni un recuerdo, es la presencia real en cuerpo, alma, espíritu y divinidad de Jesucristo que está oculto en este pan y ese vino consagrado y solo quienes lo vemos, quienes lo comulgamos, podemos vivir como hijos de Dios.

Imagen: © Kazados Co.

Como lo veía San José y la Virgen. Acabamos de salir de Navidad, los pastores, los ángeles les dijeron esto “y veréis al niño envuelto entre pañales acostado en un pesebre”. No les dijo “veréis a un niño levitando, echando rayos” no, a un niño. Solo los que supieron ver divinidad en la humanidad del señor se llenan de alegría y pierden el miedo. 

Uno de los cuadros magníficamente pintado por José Manuel Pozo es la presentación del Niño Jesús en el templo. El anciano Simeón, cuando lo coge ve en ese niño la divinidad “ya puedes dejar a tus siervos en paz porque mis ojos han visto a tu salvador” al reconocer al señor, es fantástico. Eso lo vive San José permanentemente y María, y eso lo vivimos cada uno de nosotros según vivimos la Santa Misa. 

  • ¿Cómo ha logrado reunir todo el dinero?

Te digo que ni yo mismo puedo acabar de entenderlo. Esto es un milagro. El 90 % ha sido gracias a los fieles de aquí y los que vienen de otros pueblos… Porque San José es una parroquia un poco santuario, porque vienen de todos los sitios, y mucha gente a confesar. Sobre todo en el retablo, estoy impresionado porque hay gente necesitada que yo estoy ayudando desde Cáritas y que vienen a traer un donativo y yo les digo que no se lo puedo coger, pero me dicen “Don Pris, yo quiero tener parte en esto”.

Imagen: © Kazados Co.
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2 COMENTARIOS

  1. Soy extremeño y voy a Gandia dos veces en el año, por consiguiente, como cristiano comprometido acudo a la Iglesia cada domingo y muy frecuentemente a San José. Mi enhorabuena a Don Priscilo por su labor y trabajo en la recuperación y modernización de la Parroquia. El retablo es una obra magnífica que nos ayudará como si estuviéramos recibiendo una auténtica Catequesis.

  2. Es impresionante la labor Apostólica de nuestro querido Priscilo.,transmisor de la belleza y amor que inunda nuestra alma de alegría.

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