Cinco mujeres supervivientes de cáncer se enfrentan a la tercera extensión mundial más grande de nieve y hielo: la Patagonia. Anna Blanco, periodista y vecina de Gandia, es una de las expedicionarias que participará este 2023 en el Reto Pelayo Vida para dar la cara por el cáncer, luchar por su visibilización y pedir, una vez más, que se apueste por la investigación para la cura de esta enfermedad.
Ejemplo de fuerza, valentía y superación. Blanco habla con sinceridad y calidez sobre un proceso traumático que «te cambia la visión de la vida». Ahora, después de luchar contra su «montaña» particular, un cáncer de útero, se esfuerza por apoyar a todas esas personas que están pasando por esta enfermedad a través del deporte. Desde 2020 se presenta a las expediciones del Reto de Pelayo Vida y, por fin, este 2023 conquistará el Cerro Gorra Blanca de la Patagonia, con ese «subidón, alegría y sonrisa» que le aporta la montaña.
- ¿En qué consiste el Reto Pelayo vida?
El Reto Pelayo Vida es un proyecto de visibilización del cáncer que nace ahora hace 9 años. En este proyecto se intenta demostrar que después del cáncer hay mucha vida, que el deporte es muy importante junto con las exploraciones, las revisiones… Y con él se quiere pedir también a las instituciones que continúen apostando por la investigación.
- ¿Cómo llegó hasta este reto?
Yo lo conocí en 2019 después de participar en la expedición, junto con otras mujeres que habían sufrido un cáncer, a Marruecos, porque la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Valencia me presentó a una de las mujeres que participó en la primera expedición del Reto Pelayo Vida, en 2015. Carmen González, es miembro de la AECC de Valencia y cuando la conocí y me habló sobre este proyecto se me puso en la cabeza que era una muy buena manera de ayudar y aportar mi granito de arena para visibilizar y dar ánimos y esperanzas a la gente que está pasando la enfermedad.
- ¿Qué es lo que le mueve a participar en el Reto Pelayo Vida?
En la última visita que tuve con la psicóloga que te asignan en oncología para pasar la parte más traumática de la enfermedad, me dijo que por qué no me involucraba de alguna manera en la asociación para ayudar a las personas que han pasado por lo mismo que yo. Pensaba en ese momento que no estaba preparada, yo necesitaba cerrar esa puerta y volver a mi vida, al día a día. Pero es verdad que cuando participé en el primer evento de la AECC, con un reto deportivo y solidario, me di cuenta de que de esta manera sí podía aportar mi granito de arena.
Esta es mi forma de ayudar a las personas que están pasando ahora por esta enfermedad. Yo igual no sirvo para ir a ferias o vender lotería, pero para ayudar con este tipo de proyectos deportivos sí me veo preparada para decirles que si luchan hay esperanza, hay vida después del cáncer y, sobre todo, que no todos los días son buenos dentro de la enfermedad, pero que siempre que puedan que caminen, que paseen, que hagan algo de deporte, por mínimo que sea, porque les irá muy bien.
- El deporte fue importante para su recuperación.
Sí, sin duda. Hay muchos días a lo largo de la enfermedad y del tratamiento que estás mal, no te puedes mover, pero ese ponerme las deportivas y pensar “voy a intentarlo”, me ayudaba mucho. Me ayudaba a superar el dolor, el cansancio y ver que mi cuerpo todavía estaba ahí y que respondía. Todavía podía caminar, dar de mí. También que cada día después del cáncer, en los entrenamientos, poco a poco iba viendo que estaba fuerte y podía moverme, caminar, correr. Te sientes muy vivo cuando ves que tu cuerpo responde después de una enfermedad tan dura como esta.
Antes de tener el cáncer corría, me gustaba el deporte y como periodista he dirigido programas de carreras, pero siempre muy poco y a mi ritmo. Durante la enfermedad y después cambió un poco mi visión del deporte, porque que me sentía mucho más a gusto y cómoda en contacto con la naturaleza. Yo corría, pero lo hacía en asfalto, y comencé a sentirme más cómoda en la montaña, la Marjal, el río… En lugares naturales, puede que por el oxígeno o porque ese verde y esa naturaleza me transmite mucha más paz y me hace entrar más en contacto conmigo misma, que eso es muy importante.
- ¿Cómo cambió su vida por la enfermedad?
El cáncer para mí fue como una montaña, que es precisamente lo que vamos a hacer en esta expedición a Patagonia. Tu vida es recta, van pasando los días con tu rutina, tu trabajo y de repente un día te dicen esa fatídica palabra y todo se pone patas arriba, como si comenzases a subir esa montaña que es cada vez más complicada, cada vez tiene más piedras y necesitas más ayuda para continuar avanzando. Y, un día, ya estás en la cima de la montaña, te dicen que ya ha pasado todo, que la enfermedad se ha acabado y tienes ganas de celebrar, te sientes vivo, estás en la cima, has llegado y estas pletórico. Pero tienes que bajar. En la montaña, igual que en la enfermedad, tienes que volver a la realidad y la bajada de las montañas, por experiencia propia, no es nada sencilla. Muchas veces los golpes más duros se dan en las bajadas, y en la enfermedad igual.
Cuando vuelves de la enfermedad la vida te ha cambiado. Ya no eres la misma persona, las prioridades cambian, lo que antes era importante ahora ya no lo es. Y cosas a las que antes no les dedicabas casi tiempo, ahora son las más importantes. Te ha cambiado la visión de muchas cosas y es difícil volver a ser la misma persona que eras antes de la enfermedad.
- Ha escalado muchas montañas, entre ellas el Tubqal y ahora va a por Patagonia, ¿qué es lo que más le gusta de la montaña?
A mí la montaña siempre me saca una sonrisa, no sé cómo lo hace, pero siempre acabo sonriendo. Y mira que es duro y pesado, pero me hace sonreir. La naturaleza te da ese “subidón”, te oxigena, te sube la adrenalina. A mí me saca una sonrisa y eso es lo importante. Como decía, después de la enfermedad he aprendido a moverme más por ese sentimiento de alegría, buscas más la alegría y te apartas de las cosas que no te la dan. Y a mí la montaña me da mucha alegría.
- ¿Cómo fue el proceso de selección para el Reto Pelayo Vida 2023?
Primero enviamos unos formularios, en mi caso ya me conocían, pero en ellos te presentas, explicas un poco tu relación con el deporte, cual fue tu enfermedad. También preguntan el conocimiento de idiomas, la facilidad para hablar delante del público, las redes sociales… Es un proyecto de visibilización y de que te conozca la gente. La primera fase de selección es a través del formulario y después pasas a una entrevista personal en Madrid con la empresa que organiza este Reto Pelayo que se llama Trex. Y de la entrevista personal ya eligen a las últimas seleccionadas.
Este año estuve entre estas 18 últimas seleccionadas en Sierra Nevada, que es donde se realizó la primera selección física. Se hacen pruebas físicas, en este caso era montaña y nieve y de las 18 personas que llegamos a esta prueba, salimos 7. De estas 7, todavía tuvimos que pasar una segunda prueba física de selección en los Alpes, porque en España no quedaba mucha nieve y tenían que ver cómo nos desenvolvíamos con todo el material necesario para estar en una montaña con nieve. En los Alpes ya nos dijeron quiénes éramos las 5 seleccionadas.
Ha sido un proceso más duro que otros años porque la expedición de este año también es más física. Los responsables de la selección debían de asegurarse que las personas que participamos en Patagonia no íbamos a pasarlo mal.
- ¿Será este reto el más extremo que haya vivido hasta el momento?
Que yo he vivido personalmente, sí. Es lo más extremo que habré hecho cuando termine. Yo tengo experiencia en alta montaña porque estuve en el Tubqal, que es un 4.000, pero estuve en época estival y no hay nieve. Aquí en España no hemos podido entrar en nieve, solo cuando estuvimos en Sierra Nevada y los Alpes.
No tengo experiencia en este terreno, aunque he hecho un curso de alpinismo, pero sí será duro porque vamos a meternos en la tercera extensión más grande del mundo de hielo y nieve. En algunos pasos que vamos a recorrer prácticamente no han sido pisados por el hombre. Para mí sí que va a ser lo más extremo que he hecho, sin duda.
Ahora mismo la población más próxima está de día a -2 grados, por lo que imagino que cuando comencemos a meternos por el hielo podemos llegar a los -18 o -20 grados, y la sensación térmica con el viento puede ser muy inferior. Si lo digo y lo pienso, me pongo nerviosa.
- ¿Cómo lo entrenan?
El entrenamiento lo planificamos hace seis meses cuando se abre el proceso de selección. Cuando pasamos Sierra Nevada y nos dijeron que estaba entre las 5 seleccionadas, la directora técnica del reto nos hizo una planificación para estos meses que tenemos que seguir a rajatabla. Cada semana íbamos aumentando el peso de la mochila, el tiempo de caminata, la altura para adecuar nuestra respiración a la falta de oxígeno, aunque en Patagonia no haremos mucha alta montaña, porque el cerro que vamos a intentar conquistar es de 2920 metros.
Después cada una en nuestras poblaciones hemos hecho lo que nos marcaba. Yo me pedí la ayuda de Miguel Ángel García, que es entrenador personal en Gandia y ha ido marcando un plan más personalizado, diciéndome que es lo que me hacía más y menos falta. Así hemos estado cinco meses.
- No se trata solo de algo físico, también se necesitará una preparación emocional.
La parte emocional es imprescindible trabajarla. Es muy importante que vayamos bien “de coco” porque podemos estar muy bien de piernas, pero si la cabeza nos falla, falla todo. Esa es una de las cuestiones que evaluán a la hora de elegir a las 5 personas que finalmente realizarán la expedición, que tengas la cabeza en el sitio.
En otros retos igual no, pero en este, que es en nieve, si una flaquea las otras cuatro están en peligro, porque no podemos pararnos en el frío. Sabemos, todas somos conscientes, que tendremos algún momento de flojera, porque es preciso, las cinco hemos pasado por lo que hemos pasado, nos pondrán en una situación extrema donde el cansancio hace que mentalmente flaquees, pero lo tenemos muy claro y hemos dicho que las 5 somos un equipo, y cuando una esté mal las otras estarán ahí para empujar. Cada día nos tocará a una, seguro, y las 5 vamos a cogernos de la mano y llegar juntas al cerro.
- Sin duda es usted un ejemplo de superación, valentía y fuerza. ¿Qué mensaje le enviaría a las personas que ahora mismo están pasando por un cáncer?
A esas personas lo primero que me gustaría es enviarles muchos ánimos, sé por donde están pasando ahora mismo. Luchar contra el cáncer no es sencillo y decirles que esta iniciativa podría ser para ellas, en el caso de las mujeres.
Darles también mucha esperanza porque yo pasé por ahí y hoy estoy aquí. Si a mí hace siete años me hubiesen dicho que yo hoy estaría hablando de esto no me lo hubiese creído. Me gustaría ser inspiración y darles fuerza.
Y a la gente que no tiene cáncer, decir que a cualquiera le puede pasar y es muy importante no dejar pasar las revisiones, que se hagan mamografías, citologías, que no dejen pasar una cita médica por una reunión o un viaje. Que no dejen pasar nada de esto, es importantísimo. Si nosotros no cuidamos de nosotros, ¿quién lo hará?