50 años. Medio siglo de confianza, cambios y un continuo trabajo para que sus clientes se sientan todavía más bellos que cuando entran por sus puertas. Sin duda un ejemplo de superación, de mujer emprendedora y empoderada que ha trabajado duro durante cinco décadas sin descanso.
Hablamos de Rosa Bermúdez, una de las peluqueras más conocidas de Gandia que comenzó como la tercera generación de peluqueras de su familia, lavando cabezas cuando salía del colegio en la peluquería de su primo, y que a día de hoy es un referente. Y es que, aunque mucha gente le pregunte por qué no se jubila, ella siempre tiene la misma respuesta: «Mi vida es la peluquería y no concibo otra forma de vivir».
Cambios en la profesión, grandes crisis y momentos muy importantes como el nacimientos de sus dos hijos, en los que «me programé un parto para que no me molestara en el trabajo y en el siguiente ya estaba trabajando a las 48 horas de dar a luz, tenía mucho trabajo un 30 de diciembre» son algunos de los momentos duros, pero a la vez felices, que ha vivido Rosa en estas cinco décadas.
Pero, como toda buena saga, esto no queda aquí. Rosa ha tenido la suerte para todos, aunque un poco de desgracia para ella «yo nunca quise que ninguno de los dos se dedicase a este mundo, pero no lo he podido evitar», de que este negocio tenga relevo generacional. Juanjo y Lorena Gilabert no han podido dejar de lado la profesión de su madre. Ella, experta y gerente del centro de estética avanzada Ferrara, asegura que «la profesión la llevaba en la sangre cuando nací» y a él que la peluquería le vino «un poco de rebote» forman parte ya de la cuarta generación. Al igual que sus clientes que, como bien asegura Rosa «empezaron a venir las madres para casarse, y ahora viene los hijos y los nietos».
Rosa y Juanjo trabajan juntos y son el «combo perfecto». Ellos aseguran que «no hay día que no discutamos» pero la relación que se palpa en el ambiente es extraordinaria. «El calor», como dice Lorena, también es algo que transmiten y se nota al entrar por la puerta de esa primera peluquería que abrió allá por el año 1972.
Una relación de «tranquilidad y estabilidad» y unos «pilares fundamentales» son Rosa y Juanjo el uno para el otro. Y es una suerte encontrar a profesionales de confianza que manejen su materia y que se queden entre sus clientes por mucho tiempo.
«Creo que nuestra arma es la capacidad explicativa tan noble y clara que tenemos, eso es lo que nos hace diferenciarnos del resto, dominamos nuestra materia» afirma Lorena. Eso y el amor por lo que hacen es el secreto de estar 50 años consecutivos trabajando. Y todos los que aún quedan por venir.